Miguel de Unamuno: El hambre de inmortalidad
Me dan raciocinios en prueba de lo absurda que es la creencia en la inmortalidad del alma; pero no me hacen mella: son razones y nada más que razones, no es de ellas de lo que se apacienta el corazón. No quiero morirme, ni quiero quererlo; quiero vivir siempre, y por esto me tortura el problema...