Jaime Balmes: ética del suicidio y la inmortalidad
El deseo de la conservación de la vida y el horror a la muerte, es un indicio de que no están en nuestra mano. Los animales, como obedecen ciegamente al instinto de la naturaleza, no se suicidan nunca; solo el hombre—en fuerza de su libertad—puede perturbar de manera tan monstruosa el orden natural.