Epicuro: Sentencias Vaticanas
Nacemos una sola vez y es preciso que la eternidad no nos acompañe. Vos, que no sos dueño del día de mañana, retrasás tu felicidad y, mientras tanto la vida se va perdiendo lentamente, y todos y cada uno de nosotros, aunque por nuestras ocupaciones no tengamos tiempo para ello, morimos.