George Sand: la misa y los santos personales
Los vestidos provincianos de las mujeres, sus chismes en la iglesia como si fuera un lugar para observarse y difamarse, la fealdad de los ídolos y los atroces aullidos de los colegiales que cantaban la misa, todo ese jugueteo con el pan y las monedas sucias... Todo este alboroto me era odioso.