Montaigne: del juzgar de las cosas divinas
Acostumbrado el pueblo a los argumentos, que aplaude y encuentra dignos de su agrado, se le expone a que su fe vacile cuando los sucesos le son adversos... si no tuvieran un pueblo a su disposición completa para embaucarlo, se convencería éste fácilmente de que todo eso no son más que engaños.