Russia vs Occidente y las naciones-estado * (con Putin y Zelensky)
Rusia vs Ucrania, vs la OTAN, es una de las batallas más importantes en esta guerra del respeto a la libertad y la democracia. Hablamos ya del mundo libre y Occidente: así es como ve hoy Putin esta relación, y así es como se dirige a este mundo el presidente Zelensky. Eso, y las naciones-estado.
Dicen que hay 4 escenarios para esta guerra:
- Que Ucrania gane, pulling off un David vs Goliath. Lo que suceda en Rusia después se puede parecer mucho a una guerra civil.
- Que Rusia logre su cometido, instale un régimen en Ucrania o la anexe, amplíe sus campañas expansionistas a otros países (retorno imperialista), y que todo se pudra.
- Que los rusos derroquen a Putin y que Rusia se re-integre al mundo. Esto es lo que los ucranianos piden porque no pueden creer que ellos hayan logrado sacar a los corruptos del poder de su país, y que los rusos lo acepten. Los ucranianos, al contrario del globo, no acusan solo a Putin de esta invasión sino al ruso promedio—o al promedio de Rusia, que parece estar a favor de esta campaña.
- Que Rusia se retire, negociando concesiones como la no entrada de Ucrania a la OTAN, la aceptación de la independencia de Lugansk y Donetsk, y de la anexión de Crimea. Difícil, por un lado, porque Putin ya le cargó demasiadas sanciones a su pueblo y se ganó muchos enemigos; no se puede dar el lujo de una derrota y no puede vender tal retirada como una victoria. Difícil, por el otro lado, porque los ucranianos ahora mismo creen que están ganando, y que van a ganar, y que no hay necesidad de hacer concesión ni negociación ninguna; además, creen estar en todo su derecho de ingresar a la OTAN (y lo están).
Creo que lo mejor que le puede pasar al mundo es que derroquen a Putin, que Rusia se vuelva a conectar al esquema integrado del globo, y que Ucrania permita que las regiones de Crimea y el Donbás realicen referéndums, con observadores de instituciones y organizaciones internacionales, para que decidan su suerte y su destino, su dependencia o independencia. Que les brinden el mismo respeto que exigen de Rusia. Lo mismo podría suceder en Georgia, en las regiones pro-rusas de Abjasia y Osetia del Sur, y en Moldavia, en la región de Transnistria (de la que acaban de exigir que se retiren las tropas rusas).
En lo personal, soy fan del localismo. Mientras más local es el gobierno, es también menos anónimo. Las decisiones tienen nombre y apellido, tienen cara conocida; las cuentas se tienen que rendir a los vecinos y hay menos espacio para “gastos varios”, o prohibidos, o escondidos. Mientras más chico es el gobierno, hay más control y más vergüenza; además, menos despilfarro. Como cherry de la torta, las decisiones son menos burocráticas y conciernen al lugar de donde vienen los recursos: quien pone la plata decide qué hacer con ella, en menos tiempo, y sabe lo que necesita su vecino. Y como lo conoce, es más propenso a ayudarlo.
Que Barcelona pueda ser capital de su propio estado, y que siga siendo amigo de la realeza de Madrid. Lo mismo para los vascos. Que California pueda separarse y reciba así el golpe de realidad que tanto parece que necesita, porque lo pide a gritos. Que los gritos de Puerto Rico sean escuchados. Que así como Ecuador decidió no ser parte de Colombia, que se le de la oportunidad de opinar, de debatir—ni siquiera pido todavía votar—, a los cruceños. Que en Alemania no sea pecado pensar que todavía existe la división del muro. Que el Tíbet, Hong Kong y Taiwán puedan vivir sin el dolor de cabeza chino. Que Sicilia, Cerdeña y Venecia puedan hablar su propio idioma si así lo quieren. Que el separatismo deje de ser traición, y que se piense con la cabeza, no con la emoción. Que la unión haga la fuerza, que no reside en la obligación.
Y que no se me malinterprete porque no digo que así lo desee o que quiero que así suceda, o que pienso que así debería suceder. No quiero sonar idealista ni moralista. Solo digo que el debate no debería censurarse, y que debería darse como se daba antes: con argumentos, información y respeto (todo lo contrario a lo que sucede en redes sociales ahora mismo). Que cada región sea libre de elegir lo que quiera sin que otros se molesten. Irse, quedarse, casarse, divorciarse, aventurarse, establecerse; en primer lugar, tener la chance de conocerse y quererse.
Micro-estados y macro-uniones. Que las fronteras a nivel macro no sean fijas, porque nunca lo han sido. Que puedan volver a existir ciudades-estado como ahora existen Mónaco y Singapur. Como lo existieron en la antigua Grecia o en la media Italia. ¿O tiene que ser religiosa, como la Ciudad del Vaticano? Que las constituciones vengan con fecha de vencimiento, porque el mundo cambia. Que los divorcios de regiones puedan hacerse sin sangre, sin bala, en buenos términos; que no tengan que pagar la cuenta sus hijos. Que sus matrimonios no sean hasta que la muerte los separe, y que se firmen por un tiempo fijo, con alegría; y cuando llegue el momento, que se decida celebrar la unión renovando los votos, si así lo desean.
Hemos dado grandes pasos en esta dirección con los tratados de libre comercio, con las uniones como la estadounidense o la europea (aunque la primera parezca irrompible). Incluso la soviética, que no entendía nada de la naturaleza humana, logró sobrevivir 7 décadas. Las ligas, federaciones y confederaciones han existido desde las primeras épocas políticas del ser humano, han estado presentes en las primeras épocas de lo que ahora es Ucrania, y han sido excelentes instrumentos para mantener la cordura y la paz—hasta la llegada de imperios y líderes expansionistas. Pero con lo que hemos aprendido hasta ahora, con las instituciones de mesura y control que hemos creado después de la Segunda Guerra Mundial, con los avances de la tecnología y la integración en materia de información que ahora poseemos, y con lo que sabemos ahora de la importancia de la inter-conexión y pacificación vía el comercio—esto y los negocios son las mejores armas que tenemos para mantener la paz—; hay que darle su oportunidad a esa idea moderna de las naciones-estado, hay que darle otra oportunidad al localismo. O quizá no hay que darles nada: si son más que una ideología y una utopía, van a encontrar su lugar, se van a caer de maduras, y se van a instalar con su propio peso. O no.
Rusia versus Ucrania, Rusia versus la OTAN, es una de las batallas más importantes que se libran en esta guerra del respeto a la libertad y la democracia. Hablamos en el anterior capítulo de esto, del mundo libre y de Occidente, y así es como ve hoy por hoy Putin esta relación (la historia parece decir que se van a repetir las purgas de su historia), y así es como se dirige a este mundo el presidente Zelensky. Veamos.
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Vladimir Putin, discurso del 16 de marzo de 2022
“Sí, por supuesto que ellos [Occidente] van a apostar por la llamada quinta columna*. Por los traidores nacionales. Por los que ganan dinero aquí, con nosotros, pero viven allá . Y viven allá no solo en el sentido geográfico, sino según a sus pensamientos, según su conciencia de eslavos. No juzgo para nada a esos que tienen una villa en Miami o en la Riviera Francesa. Los que no pueden vivir sin foie gras, ostras o las llamadas libertades de género. El tema aquí no es ese, sino el hecho de que muchas de estas personas, por su misma naturaleza, mentalmente están allá y no aquí, no con nuestro pueblo, no con Rusia. Esto es, en su opinión, una señal de que pertenecen a una casta superior, a una raza superior. Estas personas están dispuestas a vender a su propia madre si eso les permitiera sentarse en el vestíbulo de la casta superior. Quieren ser como ella [la casta], imitarla en todos los sentidos posibles. Sin embargo, se olvidan, o no comprenden para nada, que si son necesitados por esa casta superior, esto es sólo porque son material prescindible a ser utilizado para infligir el máximo daño a nuestro pueblo.
Occidente está intentando dividir a nuestra sociedad, especulando sobre las pérdidas en el combate, sobre las consecuencias socioeconómicas de las sanciones, provocando una confrontación civil en Rusia y utilizando su quinta columna para conseguir su objetivo. Y solo hay un objetivo, del que ya he hablado: la destrucción de Rusia. Pero cualquier pueblo, y en especial el pueblo ruso, podrá distinguir a los auténticos patriotas de la escoria y los traidores, y podrá escupirlos tan simplemente como si fueran un mosquito que les entró sin querer en la boca. Escupirlos en el pavimento. Estoy convencido de que tal auto-purificación de la sociedad, natural y necesaria, solo va a fortalecer a nuestro país, nuestra solidaridad, cohesión y agilidad para responder a cualquier desafío.”
Traducción al español del inglés hecha en Conectorium.
*Quinta columna: personas potencialmente desleales al lugar donde viven y susceptibles de colaborar con el enemigo.
Volodimir Zelensky, discurso dirigdo al Congreso de Estados Unidos, 16 de marzo de 2022
Ver en YouTube luego de aceptar la restricción de edad; ya está traducido al español.
#Ucrania
#más sentido común, por favor
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