Robert Greene: unos tigres, un ataque a Shakespeare, y la vida que se acaba y se repite

Si una triste experiencia los mueve hacia la prudencia, o si una desdicha inaudita les ruega prestar atención, no dudo que mirarán hacia atrás con pena por su tiempo pasado, y se esforzarán con arrepentimiento en gastar el que está por venir. Hombres básicos son si por mi desdicha no son advertidos.

Robert Greene: unos tigres, un ataque a Shakespeare, y la vida que se acaba y se repite
Contexto Condensado

Para no caer en un absolutismo, digamos que casi toda la literatura es intertextual, o sea, su existencia y significado está atada a otros textos. Para no caer en un plagio, citemos un aforismo de Taleb: “A lo que ellos llaman filosofía, yo lo llamo literatura; lo que ellos llaman literatura, yo lo llamo periodismo; lo que ellos llaman periodismo, yo lo llamo chisme”. Uno puede descubrir lo mismo que otras personas, y llegar a las mismas conclusiones, pero, repitiendo a Taleb, si sos un investigador académico y alguien te dice que lo que «descubriste» ya lo ha dicho alguien antes, esto es un revés y te pueden acusar de plagio; en cambio, si sos un investigador “libre, te sentís halagado”. La primera frase viene de su libro El lecho de Procusto, la segunda la publicó en Twitter y la va a incluir, según él, en la nueva edición del libro. El contexto del tuit “sobre el plagio” es intertextual e intracultural: lo escribió en medio de acusaciones de plagio contra Neri Oxman, famosa arquitecta, diseñadora y profesora en el MIT —la podés ver en un capítulo de la serie Abstract en Netflix— nacida en Israel, esposa del billionaire y hedge fund manager Bill Ackman, graduado de Harvard y descendiente de judíos asquenazíes. Ackman estaba en ese momento en una guerra mediática contra Claudine Gay, entonces presidente de Harvard, acusándola de plagio con el fin de que sea destituida luego de una sonada audiencia en el congreso de los Estados Unidos con motivo de las protestas pro-Palestina en las universidades de la Ivy League. Una cosa lleva a la otra — y otras cosas siguen iguales. Tal audiencia se llevó a cabo a principios de diciembre de 2023, Gay renunció un mes después; hoy, a finales de abril de 2024, vemos en todos los noticieros el chisme de que las protestas pro-Palestina resurgieron, y al parecer con más fuerza que antes.

Pero volvamos al punto: el plagio, las influencias literarias y el academicismo. A Shakespeare lo acusaron de plagio varias veces (todavía lo hacen). En la lectura anterior —motivada por el Día del Libro— leímos la cuarta escena del primer acto de la tercera parte de su trilogía sobre Henry VI. Contamos que se cree que esas obras quizá las escribió con otra persona, y que se conocen algunas fuentes que inspiraron la serie e incluso partes que son casi calcadas.

Voy a hacer un paréntesis para hablar de tigres, ¿por qué no? Esto no es un paper académico. Específicamente sobre los «tigres de Hircania» que menciona William. Cuando lo leí, me llamó la atención. Si uno es libre puede preguntarse en voz alta «qué es Hircania, qué son los tigres de Hircania»; en el mundo académico, y a cierta edad, ciertas preguntas están vedadas. Todo el mundo conoce el temor de preguntar algo en voz alta por miedo a las críticas o a quedar de ignorante. No sólo en la academia; en la vida real, los adultos esperan —esperamos— que a cierta edad ya sepás un montón de cosas y cómo funciona el mundo; la ingenuidad y la ignorancia se miran de reojo y son motivo de burla. Pero sólo es intelectualmente libre quien puede formar sus propias opiniones sin seguir a una manada, persiguiendo su curiosidad como los niños.

Hircania era el nombre antiguo de una región al sur del mar Caspio, era una satrapía del antiguo Imperio aqueménida. Preguntarse qué es una satrapía, si ese «Aqueménida» se escribe con mayúscula o minúscula, y cuál era el Imperio Aqueménida —el imperio persa más grande de la historia, los enemigos de Esparta en la película 300 y en la vida real, conquistados por Alejandro Magno—, son todas preguntas válidas. Y, by the way, el mar Caspio es el que está al norte de Irán. E Irán, descendiente y centro del Imperio Aqueménida, para que nos hagamos una idea del rango de los misiles que se tiran con Israel, está al lado de Iraq y al frente de Arabia Saudita, al otro lado del Golfo Pérsico. Teherán y Tel Aviv están separados por 1600 km en línea recta.
En menos tiempo del que tarda un misil en recorrer esa distancia, gracias a la tecnología, encontré que Shakespeare menciona a estos «tigres de Hircania» también en Hamlet y Macbeth, descubrimiento que me causó la sensación que tenemos todos cuando descubrimos algo que nos gusta. Luego descubrí lo esperado: que esto ya había sido descubierto antes, lo que me dio la seguridad que dan los caminos ya recorridos e iluminados. Incluso tiene su propia sección en Wikipedia, de donde plagio —todos plagiamos de enciclopedias, incluso la gran Neri Oxman— el siguiente conocimiento: hay varias referencias literarias a estos tigres, incluyendo una de Cervantes en una obra en la que uno de sus personajes se burla (internamente) de los ingenuos. Cervantes escribió, sobre el plagio y los académicos, en el prólogo del Quijote publicado en 1605: “naturalmente soy poltrón y perezoso de andarme buscando autores que digan lo que yo me sé decir sin ellos”.

Pero volvamos a Wikipedia: Virgilio habla de los tigres de Hircania en la Eneida. Y ahora volvamos a nuestros descubrimientos, con algo que lo más probable es que ya haya sido dicho (“todas las cosas ya han sido dichas; pero como nadie escucha, siempre hay que empezar de nuevo”, escribió André Gide): como Shakespeare llenaba sus obras con referencias a los clásicos y usaba los clásicos para crear sus historias —literatura intertextual—, quizá tomó esta referencia de Virgilio.

Los tigres de Hircania, para nosotros, son los tigres persas o tigres del Caspio; abundantes y traficados durante el Imperio Romano, y usados en las luchas de gladiadores, se consideran extintos hace unas cinco décadas.
Panthera tigris virgata, a.k.a. tigre de Persia o tigre del Caspio, zoológico de Berlín, 1899
Retornemos a Shakespeare y Henry VI. Una de las «pruebas» de que esta obra se escribió y se actuó a principios de 1590 fue un panfleto publicado por un tal Robert Greene —homónimo del que escribió ahora Las 48 leyes del poder—, un escritor y dramaturgo famoso en su época, quizás el primer escritor profesional inglés (en el sentido de vivir se la profesión), prolífico productor de textos, gran vendedor gracias a sus polémicas y los colores que ponía a sus obras, pero hoy más conocido por esta obrita; a veces el destino tiene un humor... Publicada en septiembre de 1592, dos semanas después de la extinción del autor y supuestamente a pedido suyo, tiene tintes autobiográficos. Se llama Greenes, Groats-worth of Witte, bought with a million of Repentance. Un groat era una moneda de plata que valía cuatro onzas de entonces, y en la parte principal de la obra se lee que era la única herencia de este autor; con ella y con su ingenio («witte», que ahora se escribe «wit») tuvo éxito, pero se arrepiente de su estilo de vida. La última parte de la obra es una carta de arrepentimiento a su esposa. Aquí vale la pena mencionar que murió a los 34 años, al parecer después de una borrachera y un atracón. Nosotros leemos la segunda sección de la obra; creo que no ha sido traducida nunca antes al español, lo que nos hubiera hecho la vida más fácil, pero menos interesante.

En esta segunda sección, Greene se dirige a tres dramaturgos, a quienes deja consejos. Se cree que éstos son: el primero, Christopher Marlowe; el segundo, o Thomas Lodge o Thomas Nashe; el tercero, George Peele. Según algunos, si Shakespeare escribió Henry VI en co-autoría con alguien, Marlowe es el candidato más probable. La Universidad de Oxford ya lo lista como co-autor, quizá porque tiene algo que ganar (prestigio) al hacer esto. Marlowe, Nashe y Greene estudiaron en Cambridge; Lodge y Peele en Oxford; el tiempo le puso a esta pandilla el nombre de University Wits: dramaturgos de la época isabelina que fueron educados en las universidades más prominentes del mundo, con los que empieza esta nueva onda (en su momento) de hacer obras de teatro con influencia del mundo clásico, con influencia del mundo académico. Y esa es una de las críticas que hace Greene a Shakespeare: es un outsider, no es un académico, se toma muchas licencias creativas — y es un arribista, un trepador social que además ni fue a la universidad. Greene lo llama, sin nombrarlo, “an upstart Crow, beautified with our feathers — “un cuervo advenedizo, embellecido con nuestras plumas”, y continúa— that with his Tiger's heart wrapped in a Player's hide, supposes he is as well able to bombast out a blank verse as the best of you: and being an absolute Iohannes fac totum, is in his own conceit the only Shake-scene in a country”.

El juego de palabras —suena mejor en inglés: pun— Shake-scene queda claro, y qué intraducible que es, porque «sacude-escenas» elimina toda su gracia. Lo de “corazón de tigre envuelto en pellejo de actor” es una referencia a un verso de la susodicha escena de Shakespeare, en la que el duque de York le dice a la reina Margarita que tiene un “corazón de tigre envuelto en pellejo de mujer”. He aquí la «prueba» que fecha la obra. Por otro lado, Johannes fac totum quiere decir, literalmente, «Juan hace-todo»: un todólogo, un multitalentos; pero Greene lo dice de forma despectiva porque Shakespeare era un actor que también escribía y dirigía, y quién se creía para hacer eso, era algo que «no se hacía». Como el público de antes, nosotros celebramos a los actores y actrices que vemos convertidos en directores y guionistas; y no tengo pruebas pero tampoco dudas de que, internamente, en Hollywood seguro hay quienes reciben burlas y críticas por esto, y entre ellos hay quienes las usan como material y gasolina.

Ahora bien, de este tratadito —probablemente la primera crítica literaria de Shakespeare— podemos sacar varias conclusiones. Vemos que el esnobismo, la crítica literaria y la literatura intertextual son cosa universal (se escribe provocado por algo, y los escritores suelen ser provocados por escritos). También podemos ver que “el dulce San Jorge”, cuya historia vimos que está entrelazada con el actual Día del Libro, ya era venerado en Inglaterra hace más de cuatro siglos. A Marlowe se le recrimina la “pestilente política maquiavélica que ha estudiado”: Maquiavelo murió en 1527, El Príncipe no se público hasta 1531; y aquí vemos que su influencia ya se había esparcido por Europa apenas seis décadas después (recordemos que no había ni autos, ni aviones, ni internet, ni teléfono: ¿te imaginás una vida sin estos inventos?). Finalmente, y la más importante para los académicos, que para septiembre de 1592 la tercera parte de Henry VI ya habría sido puesta en escena y sus versos eran conocidos —quizá muy conocidos—, cosa muy importante para ellos porque lo que pasó con Shakespeare entre 1585 y 1592 no lo saben y lo llaman “los años perdidos”, y esto lo convertiría en una de sus primeras obras. Ahora bien, ¿no cabe la posibilidad de que Shakespeare haya escrito esos versos, en realidad, usando como gasolina el escrito de Greene? Porque para cuando se publicó el panfleto de Greene, 3 Henry VI llevaría tres meses sin presentarse, ya que en junio de 1592 se cerraron todos los teatros en Inglaterra durante seis meses debido a un brote de la peste bubónica, en un claro paralelismo con lo que acabamos de vivir durante la pandemia del covid-19. ¿Qué obras habrá escrito Shakespeare durante el encierro? Siete décadas después, durante el aislamiento en el siguiente brote de la peste, Newton desarrolló sus teorías más conocidas, pero no las publicó inmediatamente... por miedo a las críticas.

Si para algo sirve toda esta perorata pseudo académica de quién dijo qué, cuándo, dónde y por qué, es para dibujar paralelismos. El plagio, la plaga, la crítica, las burlas, el chisme, los outsiders, la sensación de descubrir algo, la necesidad de seguridad, los arrepentimientos al borde de la muerte, la fascinación por los tigres y la curiosidad por las cosas inútiles han sido siempre parte elemental de nuestra historia.
Autor: Robert Greene (1558-1592)

Libro: Un centavo de ingenio comprado con un millón de arrepentimiento

> Sección: A esos caballeros conocidos en otros tiempos, que gastan su ingenio haciendo obras, R. G. les desea un mejor ejercicio, y sabiduría para prevenir sus extremos

Publicado en 1592, en inglés

Si una triste experiencia los mueve a ustedes (caballeros) hacia la prudencia, o si una desdicha inaudita les ruega prestar atención; no dudo que mirarán hacia atrás con pena por su tiempo pasado, y se esforzarán con arrepentimiento en gastar el que está por venir.

Que no te sorprenda, famoso agraciado de los Tragedianos (pues contigo comenzaré primero), de que Greene, que ha dicho con vos «No hay Dios» (como el necio en su interior), dé ahora gloria a su grandeza: porque su poder es penetrante, su mano me atormenta, me ha hablado con voz de trueno, y he sentido que es un Dios que puede castigar a los enemigos. ¿Por qué tu excelente ingenio, su regalo, ha de estar tan ciego como para que no glorifiqués al dador? ¿Es la pestilente política maquiavélica que has estudiado? ¡Oh locura irritable! ¿Qué son sus reglas sino meras burlas confusas, capaces de eliminar en poco tiempo la producción de la humanidad? Porque si Sic volo, sic iubeo [“así lo quiero, así lo mando”]1 se mantiene en aquellos que son capaces de mandar, y si es lícito hacer Fas y nefas [lo correcto y lo incorrecto]2, hacer cualquier cosa que nos sea beneficiosa: entonces sólo los tiranos poseerían la tierra, y ellos, esforzándose por sobrepasarse en tiranía, serían el uno carnicero del otro hasta que el más poderoso, sobreviviendo a todos, fuera dejado como un último golpe para la Muerte, que terminaría con la vida del hombre en el lapso de una generación. El hermano de este diabólico ateísmo está muerto, y en su vida nunca tuvo la felicidad a la que aspiraba: como empezó en la astucia, vivió en el miedo, y terminó en la desesperación. Quam inscrutabilia sunt Dei iudicia? [¿Cuán inescrutables son los juicios de Dios?]3 A este asesino de muchos hermanos se le chamuscó la conciencia como a Caín; este traidor del que dio su vida por él, heredó la porción de Judas; este apóstata pereció tan mal como Juliano4: ¿y vos, amigo mío, vas a ser su discípulo? Observame, persuadido por él a esa libertad, y lo vas a encontrar [al ateísmo] una esclavitud infernal. Sé que el menor de mis deméritos merece esta muerte miserable, pero luchar voluntariamente contra la verdad conocida supera todos los terrores de mi alma. No postergués (como yo) hasta este punto extremo; porque poco sabés sobre cómo serás visitado al final.

Con vos me uno al joven Juvenal, ese satírico mordaz, que al fin escribió conmigo una comedia. Dulce muchacho, te aconsejo que seás aconsejado, y no te ganés muchos enemigos con palabras amargas. Injuriá a los hombres vanos, porque podés hacerlo, nadie mejor, nadie tan bueno — tenés una libertad para reprender a todos, y a nadie más; porque hablando a uno, todos son ofendidos, y no culpando a nadie, nadie es herido. Detené el agua superficial que fluye y se enojará, pisá un gusano y se dará vuelta: entonces, no culpés a los eruditos ofendidos con líneas agudas si reprenden tu demasiada libertad de reprensión.

Y vos, no menos merecedor que los otros dos, en algunas cosas más raro, en nada inferior; llevado (como yo mismo) a los extremos, poco tengo que decirte; y si no fuera un juramento idólatra, juraría por el dulce San Jorge que serás indigno de mejor suerte si eso depende de esta tu tan mezquina estancia.

Hombres básicos son ustedes tres si por mi desdicha no son advertidos, pues esos parásitos no buscaron clavarse en ninguno de ustedes (como en mí); esas marionetas (quiero decir) que hablan por nuestras bocas, esas payasadas adornadas con nuestros colores. ¿No es extraño que yo, a quien todos han estado mirando — no es como si ustedes (si estuvieran en el caso que yo estoy ahora), a quienes todos han estado mirando, fueran rápidamente abandonados? Sí, no confíen en ellos; porque hay un cuervo advenedizo, embellecido con nuestras plumas, que con su corazón de tigre envuelto en piel de actor, supone que es tan capaz de lanzar un verso blanco como el mejor de ustedes: y siendo un completo Iohannes fac totum, es en su propia opinión el único Shake-scene del país. Oh, si pudiera rogarle a ustedes que usen su raro ingenio en cosas más provechosas, y dejen que esos monos imiten su excelencia del pasado, y que nunca más los asocien con sus admiradas invenciones. Sé que el mejor marido de todos ustedes nunca será un usurero, y que el más amable de todos ellos nunca les buscará una nodriza amable; pero mientras puedan, busquen mejores maestros, porque es una lástima que hombres de tan raro ingenio estén sujetos al placer de gentuza tan ordinaria.

En esto podría añadir a otros dos, que ambos han escrito contra estos caballeros; pero dejemos que sus propias obras sirvan para atestiguar contra su propia maldad, si perseveran en mantener esas campesinadas. En cuanto a los otros recién llegados, los dejo a merced de estos monstruos pintados, quienes (no lo dudo) llevarán a los buenos pensadores a despreciarlos; por lo demás, no importa que se burlen de ellos.

Pero ahora vuelvo de nuevo a ustedes tres, sabiendo que mi miseria no es para ustedes ninguna noticia; y permítanme que les ruegue de corazón que sean advertidos por mis daños. No se deleiten (como yo lo hice) en juramentos irreligiosos, porque de la casa del blasfemo no se apartará la maldición. Desprecien la embriaguez, que malgasta el ingenio y hace a los hombres iguales a las bestias. Huyan de la lujuria, que es la muerte del alma, y no profanen el templo del Espíritu Santo. Aborrezcan a esos epicúreos, cuya vida relajada ha hecho que la religión sea repugnante a sus oídos; y cuando los calmen con términos de maestría, recuerden que Robert Greene, a quien tantas veces han halagado, perece ahora por falta de consuelo. Recuerden, caballeros, que sus vidas son como muchas velas encendidas, que a todos se les entrega cuidadosamente para que las mantengan: éstas pueden apagarse con la ira soplada por el viento, con la embriaguez, las deja caer la negligencia; porque el tiempo del hombre no es de por sí demasiado corto, sino que se acorta más por el pecado. El fuego de mi luz está ahora al fin apagado, y a falta de con qué sostenerlo, no queda sustancia para que la vida se alimente. No confíen, pues (se los ruego), en tan débiles apoyos, porque son tan mudables de mente como de vestimenta. Bueno, mi mano está cansada, y me veo obligado a dejar donde quería empezar; porque un libro entero no puede contener sus males, los que me veo obligado a tejer en unas pocas líneas de palabras.

Deseoso de que vivan, aunque él mismo esté muriendo, Robert Greene.

Ahora me despido de alguna manera de todos los hombres con esta presuntuosa fábula del viejo comediante Esopo...5


Notas a la traducción:

1 Está citando al sátiro romano Juvenal: Saturae 6, 223.

2 Lo justo y lo injusto, o lo bueno y lo malo en la ley romana, pero acorde a la ley divina. Estos términos eran bastante usados en las tragedias romanas (Séneca los usa seguido). Nefas es la negación de fas, que es la ley divina, lo que manda la religión — y ya sabés de dónde viene «nefasto».

3 Creo que está citando a San Agustín, La Trinidad, libro 1: “O altitudo diuitiarum 'sapientiae et scientiae patris aut filii aut spiritus sancti,' sed sapientiae et scientiae dei! Quam inscrutabilia sunt iudicia eius et inuestigabiles uiae eius!”

4 Flavio Claudio Juliano, o Juliano II, emperador del Imperio Romano entre el 355 y el año 360, filósofo, conocido entre los cristianos como el Apóstata por renunciar al cristianismo. Murió por heridas en una batalla contra los persas (herederos de los aqueménidas). Los cristianos, cabe esperar, vieron en esto justicia (venganza) divina.

5 A continuación escribe el cuento de La cigarra y la hormiga.


Cita a:

Shakespeare en el Día del Libro: las pasiones humanas, las rosas y Enrique VI
¿Qué valor tiene, cuando un perro gruñe, meter la mano entre sus dientes cuando se puede espantarlo a patadas? / Si no te odiara mortalmente lamentaría tu miserable estado. Zapatea y rabia, para que yo cante y baile / Se confirma el adagio: montados, los mendigos llevan sus caballos a la muerte

Continúa en:

Borges: La Memoria de Shakespeare
Al cabo de los años, un hombre puede simular muchas cosas pero no la felicidad / Descubrí, como otras tantas veces, que era un cobarde / Ya que la identidad personal se basa en la memoria, temí por mi razón. Mis amigos venían a visitarme; me asombró que no percibieran que estaba en el infierno
Memes intertextuales (con Irene Vallejo, Julia Kristeva, Magritte et al.)
Parecido entre literatura y memes. La influencia de un mito en los Red Hot Chili Peppers, en un cuadro de Botticelli, otro de Magritte y varios textos. El bautizo de lo «intertextual» por Julia Kristeva ft. Bajtín; ejemplos de intertextualidad por Irene Vallejo, y otros más. El portal NYC-Dublín.

Complementar con:

Séneca: Sobre la felicidad y Epicuro
Por esto no diré, como la mayoría de los nuestros, que la escuela de Epicuro es maestra de infamias, sino que digo: tiene mala reputación, tiene mala fama, y no la merece. El que llama felicidad al ocio perezoso y a los goces de la gula y la lujuria, busca un buen apoyo para una mala causa.