Reciprocidad y regla de oro: Historia de un campesino elocuente

Contexto Condensado

Desde el siglo 20 antes de Cristo, hasta el siglo nuestro; desde la China, pasando por la India, Persia, Babilonia, el Levante mediterráneo, bajando al norte y al oeste africano, subiendo a Europa hasta llegar a las tierras de anglos y sajones; zoroastrismo, budismo, confucianismo, taoísmo, pitagorismo, hinduismo, jainismo, estoicismo, judaísmo, cristianismo, islamismo y hasta el utilitarismo (y hasta la cienciología); todos, ya sea de manera positiva o negativa, han establecido como norma ética la Regla de Oro, que se resume en las palabras sabias de tu abuela: tratá a los demás como querés que te traten a vos.

La regla está en Platon, en la reciprocidad de Epicuro, en Popper más cerca nuestro; desde Hobbes hasta J. S. Mill y Darwin, pasando por Hume y Kant, que dijo que no era suficiente para su imperativo categórico. De forma negativa, no quiere decir que no te comportés así, ni que no es suficiente, sino que en vez de ser propositiva (o imperativa): “hacé”, lo hace por via negativa: como mínimo, “no hagás a los demás lo que no querés que te hagan a vos”. Lo que es más fácil de lograr, porque amar al prójimo y al enemigo puede ser pedirnos mucho. Respetarlo, cuesta, pero está dentro de lo razonablemente exigible.

Empezamos aquí nuestro trip, nuestra mini-serie sobre el Golden Rule, “a pedido del público”. Todo tiene un final, y puede que nada tenga un principio exacto si las cosas son un continuum—“todo tiene padres, pero no todo tiene hijos”, para citar a Voltaire—; pero por algún lugar hay que comenzar, y mejor si es por el principio. Vamos con el primer texto escrito que conocemos, en toda la historia, donde está registrada esta ley moral: el cuento de El Campesino Elocuente.

Esta historia se nos ha legado a través de jeroglíficos. ¿Te das cuenta del poder de un lenguaje? ¿Y del de los traductores? Para que abracés aún más esta empresa que araña lo milagroso (sobre todo cuando uno deja de dar por sentado todo lo que ocurre ahora), la historia, que algunos creen que puede haber sido real, data de un período entre los años 2040 y 1640 antes de Cristo. Estamos hablando de algo que se grabó en la conciencia de un pueblo, y en paredes, y en papiro, hace casi 4 mil años, durante el reinado de la dinastía XII en el apogeo del Imperio Medio de Egipto.

“Esta narración nos ha llegado en diversos manuscritos”, dice el traductor y transliterador Ángel Sánchez Rodríguez en la introducción a su traducción publicada en 2005 (de donde sacamos el texto a continuación).

Pero lo más interesante de este texto es que es un canto contra la corrupción imperante en esa época del imperio—época que no se salvó, como ninguna, de tener abusivos y maleantes en el poder. El reclamo del campesino es el reclamo de millones, o de miles de millones de ciudadanos, a lo largo de estos 4 mil años, contra sus gobernantes.

La traducción de algunos papiros más tardíos, más “jóvenes” para nosotros, reza una versión negativa de la Ley de Oro: “Eso que odiás que se te haga, no lo hagás a otro” (“That which you hate to have done to you, do not do it to another.”) Pero en la traducción de don Ángel, así como en otras a otros idiomas, el precepto va más por el camino de la reciprocidad, el camino del do ut des latino: literalmente “doy para que des”, “te doy para que me des”. El famoso “dar para recibir”.

Así, este campesino muy elocuente, dice, en algún momento: “Devuelve las buenas acciones a su lugar de ayer. Es el precepto «haz al que hace para hacer que haga», significa darle las gracias por lo que hace, significa parar una cosa antes de lanzar, significa ordenar una cosa a quien tiene tarea”. Hacé al otro lo que querés que haga. O hacelo hacer, para que después el que recibe, también lo haga. Si no te queda claro, como no le quedó al jefe de la historia, te dejo lo citado en jeroglíficos:
A continuación, la primera parte del relato. Una nota técnica: incluyo todas las notas del autor que creo que le agregan valor al lector, y dejo fuera las que le agregan más valor a académicos y traductores, que hablan de qué incluye qué y en qué manuscrito, y de cuál de ellos sale el texto. El trabajo de traducción es una joya completa, como el de un artesano.

Autor: Desconocido

Cuento: Historia del Campesino Elocuente (c. 1840 a.C.)

Primera parte


Introducción

Había una vez un hombre cuyo nombre era Juninpu.[1] Era un campesino de los Campos de la sal. Por aquel entonces tenía una mujer cuyo nombre era Meret.

Entonces dijo el campesino a su mujer:

Mira voy a bajar a Egipto para traer provisiones de allí para mis hijos. Ve, pues, y tráeme el grano que está en el granero como excedente de ayer.

Le pesó 26 heqats de grano y dijo el campesino a su mujer:

Te dejo 20 heqats de grano para como provisiones para ti y tus hijos, pero hazme 6 heqats de grano en pan y cerveza para cada día de forma que pueda vivir de ello.

Descendió el campesino a Egipto después de cargar sus asnos con cañas, plantas redemet, natrón, sal, madera [...], barrotes del oasis de Farafrah, pieles de leopardo, pellejos de chacal, plantas neshau, piedras calizas, plantas tenemu, plantas jeperur, plantas sahut, semillas saskut, plantas misut, plantas senet, piedras funerarias, plantas ibsa, semillas inbi, palomas, pájaros naru, ánsares, semillas ubwn, plantas tebesu, plantas gengenet, plantas senyta, semillas inset, repletos con todos los hermosos productos de los Campos de la sal.

Marchó el campesino viajando al sur hacia Neninesut[2] y llegó al distrito de Perfefi, al norte de Medenit, donde encontró a un hombre, cuyo nombre era Nemtynajt, de pie en la orilla. Era hijo de un hombre vulgar cuyo nombre era Isery. Ambos eran siervos del camarero mayor, el hijo de Meru, Renesy.

Entonces dijo el tal Nemtynajt cuando vio que los asnos del campesino eran deseados por su corazón:

Desearía tener un ídolo beneficioso cualquiera con el que poder robar los enseres de este campesino.

Por aquel entonces la casa del tal Nemtynajt estaba a la orilla del camino. Era estrecho, en verdad no era ancho. Llegaba a la anchura de un taparrabos. Uno de sus lados estaba cubierto por el agua y el otro bajo la cebada del Alto Egipto.

Entonces dijo el tal Nemtynajt a uno de sus asistentes:

Ve y tráeme una alfombra de mi casa.

E inmediatamente le fue traída. La extendió sobre el camino quedando uno de sus bordes sobre el agua y su dobladillo sobre la cebada del Alto Egipto.

El campesino marchaba por el camino público[3] y el tal Nemtynajt le dijo:

Ten cuidado, campesino, no tendrás intención de pisar sobre mis ropas.

El campesino le respondió:

Voy a hacer lo que deseas, pero mi ruta es buena.

Tras esto salió hacia la parte superior y el tal Nemtynajt le dijo:

¿Es que consideras mi cebada del Alto Egipto como el camino?

A lo que el campesino respondió:

Mi ruta es correcta. La ribera alta del camino está ocupada por la cebada del Alto Egipto y obstruyes nuestro camino con tus ropas. ¿No vas a permitir que pasemos por el camino?

Acabó de decir estas palabras cuando uno de los asnos se llenó la boca con un puñado de cebada del Alto Egipto.

Entonces dijo el tal Nemtynajt:

Mira, tomo tu asno, campesino, porque se ha comido mi cebada del Alto Egipto. Atiende, trabajará para mí porque ha obrado mal.[4]

A lo que el campesino respondió:

Mi ruta es buena y como un lado está inutilizado, he traído a mi asno por el lado contrario y me lo quitas porque ha comido un puñado de cebada del Alto Egipto. Además, conozco al señor de este distrito. Pertenece al camarero mayor, el hijo de Meru, Renesy. Es él quien castiga a todo el que roba en esta tierra. ¿Es en su distrito que voy a ser robado?

Dijo el tal Nemtynajt:

¿Es este un proverbio[5] que dice la gente: “Se pronuncia el nombre del pobre relacionado con el de su señor”? Resulta que soy yo quien te habla y es el camarero mayor a quien recuerdas.

Tomó para sí una vara de tamarisco verde y zurró todo su cuerpo con ella. Se adueño de sus asnos que fueron conducidos a su dominio.
Entonces el campesino se puso a llorar muy amargamente de pena por todo lo que se había hecho contra él.

El tal Nemtynajt dijo:

No alces la voz campesino. Mira, es el distrito del señor del silencio.[6]

Y el campesino replicó.

Me golpeas, robas mis bienes y provocas el lamento de mi boca. Oh señor del silencio, podrías darme, por favor, mis enseres y así no gritaría por tu terror.

El campesino pasó 10 días[7] suplicando, pero el tal Nemtynajt no puso atención a ello.

El campesino marchó viajando al sur a Neninesut para suplicar por ello al camarero mayor, el hijo de Meru, Renesy, y lo encontró a punto de salir por la puerta de su casa para bajar hacia su barcaza de servicio.[8]

Entonces dijo el campesino:

Desearía que se me permitiera informarte[9] sobre un asunto.[10] Es un caso para hacer que venga un asistente tuyo de tu confianza[11] para que te lo envíe de vuelta en relación a ello.

Así que el camarero mayor, el hijo de Meru, Renesy, hizo que fuera un asistente suyo de su confianza delante de él para que fuese enviado de vuelta en relación con este asunto.

Mientras tanto el camarero mayor, el hijo de Meru, Renesy, pidió información[12] sobre el tal Nemtynajt a los oficiales que le acompañaban quienes le dijeron:

Mi señor, probablemente se trate de un campesino suyo enviado por otro próximo a él. Mira esto es lo que suelen hacer con los campesinos suyos que han sido enviados por otro próximo a ellos. Mira, eso es lo que suelen hacer. ¿Es un asunto por el que se deba castigar al tal Nemtynajt por un poco de natrón y un poco de sal? Que se le ordene restablecerlo y lo restablecerá.

El camarero mayor, el hijo de Meru, Renesy, calló. No respondió a los oficiales ni al campesino.


  1. Literalmente ‘Aquel a quien ha protegido Inpu (Anubis)’. ↩︎

  2. Heracleópolis Magna (Ensaya el-Medina). Capital del nomo XX del Alto Egipto donde gobernaron los reyes de las dinastías IX-X. ↩︎

  3. Literalmente ‘de todo el mundo’. ↩︎

  4. Si se considera un sustantivo, traduciríamos ‘a causa de su mala obra’. ↩︎

  5. Literalmente: ‘un asunto de palabras’. ↩︎

  6. Osiris. ↩︎

  7. Malaise traduce ‘4 días’. ↩︎

  8. Donde realizaba su trabajo diario atendiendo a los ciudadanos. ↩︎

  9. Literalmente ‘hacer sano tu corazón’. ↩︎

  10. Literalmente ‘intercambio de palabras’. ↩︎

  11. Literalmente ‘de tu deseo’. ↩︎

  12. Faulkner traduce ‘obtener información contra’. ↩︎


Primera Petición

Entonces marchó el campesino para suplicar al camarero mayor, el hijo de Meru, Renesy, la primera vez y dijo:

Oh camarero mayor, mi señor, el más grande, el gobernador de lo que no es y de lo que es. Si descendieras al lago de la justicia por el que viajas mediante la brisa, la hinchazón de las velas no te desguarnecerá, ni tu barco andará a la deriva, ni vendrán contratiempos en tu mástil, ni tus vergas se romperán, ni zozobrarás cuando toques tierra, ni las aguas te capturarán, ni experimentarás los peligros del río, ni verás la cara del miedo cuando los peces que son abominados vengan a ti. Alcanzarás la riqueza como las aves cebadas porque eres el padre del huérfano, el esposo de la viuda, el hermano de la repudiada y el delantal del que no tiene madre. Permite que te afame en esta tierra más que a cualquier ley buena.

Oh gobernador que careces de rapacidad, oh grande que estás vacío de ruindad. Destruye la mentira, permite que se haga justicia, atiende[1] a la voz que da mi boca. Si te hablo, debes escuchar. Haz justicia.

Oh favorito a quien favorecen los favorecidos. Elimina mi necesidad. Mira, estoy agobiado por las penalidades. Examíname. Mira, soy un pobre.

El campesino dijo estas palabras en época del rey del Alto y Bajo Egipto Nebkaura,[2] justificado.

Tras esto fue el camarero mayor, el hijo de Meru, Renesy, ante su majestad y dijo:

Mi señor, he encontrado a uno de esos campesinos, elocuente en verdad, a quien un hombre de mi jurisdicción ha robado su enseres. Mira, vino a suplicarme por ello.

Entonces su majestad dijo:

Si deseas verme sano, lo deberás hacer permanecer aquí sin responder a ninguna cosa de las que diga. Aunque siga hablando, calla. Entonces se nos traerán sus palabras por escrito y las escucharemos. Pero aprovisiona a su mujer y a sus hijos. Mira, uno de esos campesinos solamente viene a esta tierra porque la indigencia mora en su casa. Aprovisiona, también, al campesino según sus necesidades, pero sin permitir que sepa que fuiste tú quien se lo dio, dale provisiones.

Entonces se le dieron 10 panes y dos jarras de cerveza cada día. Las daba el camarero mayor, el hijo de Meru, Renesy. Se lo daba a un amigo suyo y éste era quien se lo entregaba.

Luego el camarero mayor, el hijo de Meru, Renesy, envió mensajeros al gobernador de los Campos de la sal con el encargo de aprovisionar a la mujer del campesino con 3 heqat cada día.

Y el camarero mayor, el hijo de Meru, Renesy, aprovisionó al campesino con jarras de cerveza y 50 panes que dio a unos amigos suyos y éstos eran quienes se lo entregaban.


  1. Literalmente ‘ven a la voz’. ↩︎

  2. Jety III (X dinastía). ↩︎


Segunda Petición

Entonces marchó el campesino para suplicarle por segunda vez y lo encontró a punto de salir por la puerta [...] y dijo:

Oh camarero mayor, mi señor, el más grande, el más rico, quien es un grande para sus grandes y un rico para sus ricos, el timón del cielo, la viga de la tierra, la plomada que soporta el peso. Oh remo, no te desvíes, oh viga, no te inclines, oh plomada no osciles. ¿Un señor toma posesión de lo que no tiene dueño robando a alguien? Tienes tus bienes en tu casa: una jarra de cerveza y tres panes. ¿Qué gastas en satisfacer a tus inferiores? Un mortal es alguien que va a morir al igual que sus subordinados. ¿Serás un hombre para la eternidad? ¿Es qué, ciertamente, no es un delito que la balanza se haya inclinado, la plomada haya errado y un hombre recto de sesera se haya convertido en un indolente?

Mira, la justicia escapa por debajo de ti expulsada de su lugar. Los oficiales cometen delitos, la norma de las palabras toma partido[1] y los jueces ocultan lo que roba. Es un desbaratador de las palabras haciendo una parodia por ello.

Quien debería dar el aliento languidece sobre la tierra, quien debería aliviar hace que se jadee, quien debería repartir es un avaro y quien debería eliminar la necesidad es quien ordena crearla cuando la ciudad está inundada y quien debería castigar el delito comete crímenes.

Entonces dijo el camarero mayor, el hijo de Meru, Renesy:

¿Es más grande para tu corazón lo que te pertenece que un asistente te aprese?

A lo que respondió el campesino:

Quien pesa los montones de grano sisa para sí, quien debería llenar a los otros oculta sus pertenencias y quien debería conducir de acuerdo a las leyes ordena robar. ¿Quién castigará el mal? Quien debería eliminar la languidez provoca la perversión, quien debería llevar recto a los demás pervierte, quien debería ganarse la reputación de los demás es quien comete crímenes.

¿Qué puedes encontrar para ti? Es pequeño el castigo, pero dilatado el daño. Devuelve las buenas acciones a su lugar de ayer[2]. Es el precepto “haz al que hace para hacer que haga”, significa darle las gracias por lo que hace, significa parar una cosa antes de lanzar, significa ordenar una cosa a quien tiene tarea.[3]

Desearía que un momento destruyera—destrozar en tus viñedos, mermar en tus aves, asolar en tus aves salvajes—. Quien veía sale ciego y quien oía quedó sordo. El gobernador se ha convertido en alguien que conduce descarriado... Mira eres fuerte y poderoso, tu mano es activa y tu corazón avaro. La clemencia pasó sobre ti. ¡Qué miserable es el pobre a quien deseas destruir!

Es a un mensajero del dios Jenty que te pareces. Mira has sobrepasado a la señora de la peste.[4] Si no hay para ti, no hay para ella. Si no existe ella no hay nada contra ti. Si no puedes hacerlo, ella no puede hacerlo.

Quien posee pan debe ser clemente, pues la fuerza es para el criminal. Son naturales los robos para quien no tiene nada[5] y es habitual que el criminal oculte cosas, pero es una mala situación para el indigente y no nadie debería enfadarse con él, pues busca para sí, pero tú estás saciado con tu pan y embriagado con tu cerveza y te enriqueciste con toda clase de linos.

Estando la cara del timonel al frente, el barco se desvía como quiere. El rey está delante y el remo en tu mano, pero se cometen delitos a tu alrededor.

Larga es mi petición y es pesado tener que repetirla en varias partes. —¿Quién está allí?—uno piensa. Crea refugios. Que esté sana tu orilla. Mira tu ciudad está infestada. Que sea precisa tu lengua porque no debes errar. Una lombriz dentro de un hombre es una parte de él. No digas mentiras. Prevén a los oficiales. Los jueces son una cesta engordada. Sus hierbas son los falsos comentarios, siendo ligeros en sus corazones.

¡Oh el más sabio de todos los hombres! ¿Es qué vas a ignorar mis circunstancias? Elimina mi necesidad de agua. Mira, poseo el camino de quien carece de barco. Amarra a todo el que se ahoga. Mira estoy cargado de penalidades. Mírame, hice recuento. Mira, estoy en la miseria. Rescata al náufrago. Estoy sumido en mis circunstancias hasta que llegue tu final.


  1. Literalmente ‘cae sobre un lado’. ↩︎

  2. Al recuerdo. Son recordadas. ↩︎

  3. Literalmente ‘el señor de la ocupación’. ↩︎

  4. Sejemet. ↩︎

  5. Literalmente ‘para quien no son sus cosas’. ↩︎


Tercera Petición

Entonces marchó el campesino para suplicarle por tercera vez y dijo:

Oh camarero mayor, mi señor, eres Ra junto con su séquito. Los bienes de todos están en tu mano del mismo modo que la inundación. Eres Hapy, quien fertiliza las tierras cultivables, quien surte las regiones que han sido asoladas. Castiga al ladrón, presta atención al pobre. No te conviertas en una inundación contra quien te suplica. Cuídate de que se acerque la eternidad. Desea perdurar como el dicho: “El aliento de la nariz es practicar justicia”. Impón el castigo a quien debe ser castigado y nadie se manifestará contra tu norma.

¿La balanza yerra? ¿El platillo de la balanza se inclina? ¿Es Dyehuty (Thot) complaciente? Entonces actuarás mal. Debes colocarte al lado de los tres.

Si los tres son benévolos, entonces serás benévolo. No respondas el bien con el mal, ni coloques una cosa en el lugar de otra. Las palabras prosperan más que la planta senemyt más que lo que conviene a quien olfatea en sus respuestas. Es regado el mal para hacer que prospere lo superficial.[1]

Son ya tres veces que voy para hacer que él actúe.

Conduce el timón de acuerdo a la hinchazón de las velas. Evita la inundación para practicar justicia. Cuídate de embarrancar en la soga del timón. El equilibrio de la tierra es practicar justicia.

No digas mentiras, siendo grande. No seas ligero siendo pesado. No digas mentiras, eres la balanza. No seas indolente, eres la norma. Eres un cuerpo único con la balanza. Si se inclina, te inclinas. No te desvíes, guía el remo. Tira de la soga del timón. No tomes, actúa contra el ladrón. El grande que es avaricioso no es, ciertamente, un grande. Tu lengua es la plomada, tu corazón el contrapeso y tus labios son sus brazos. Si ocultas tu cara al agresor,[2] ¿quién será el que castigue el mal?

Mira, eres uno de los pobres limpiadores, un avaro que lastima a un amigo, que abandona de la mano a su compañero por atender a uno de sus clientes. Quien viene y le trae algo es su hermano.

Mira, eres un barquero que cruza solamente al señor que puede pagar la tarifa, un hombre recto cuya rectitud está fragmentada.

Mira, eres un jefe de granero que no permite que el necesitado pase a por el sobrante.[3]

Mira, eres un ave de rapiña para el pueblo que vive de las más insignificantes aves.

Mira, eres un intendente cuya alegría es sacrificar y la mutilación de ellos no le alcanza.

Mira eres un vaquero, sin que eso sea malo para mí. Si no haces recuento, tendrás pérdidas por algún cocodrilo codicioso habiendo desaparecido los refugios en la ciudades de toda la tierra.

Oh juez, no escuchas. ¿Por qué no escuchas? Es hoy cuando me he opuesto al malhechor y el cocodrilo se retira. ¿Cuál es su resultado para ti? Se puede encontrar el secreto de la verdad y derribar la mentira a la tierra. No prepares el mañana antes de que venga, pues no se conocen los contratiempos en él.

Mientras dijo el campesino estas palabras, el camarero mayor, el hijo de Meru, Renesi, estaba a la entrada de la sala de audiencias. Entonces hizo que dos acólitos se levantaran hacia él portando látigos y zurraron todo su cuerpo.

Entonces dijo el campesino:

El hijo de Meru se descarría. Su cara quedó ciega a lo que ve y sorda a lo que escucha, olvidándose[4] de lo que se le recuerda.

Mira, eres una ciudad sin su gobernador de distrito, como una compañía sin su grande, como un barco sin patrón, como una banda sin guía.

Mira eres un policía ladrón, un gobernador de distrito que acepta, Un gobernador de distrito que debería castigar el delito quedó convertido en un modelo para el hombre que actúa.


  1. Literalmente: ‘los vestidos’. ↩︎

  2. Literalmente ‘aquel cuya cara es fuerte’. ↩︎

  3. Literalmente ‘inmediatamente’. ↩︎

  4. Literalmente ‘su corazón se distrae’. ↩︎


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