Raymond E. Brown: Jesús como cordero de Dios, y el sentido pascual (featuring Juan)

El simbolismo pascual es frecuente en el cuarto Evangelio, especialmente en relación con la muerte de Jesús, y su importancia radica en el hecho de que en el pensamiento cristiano el Cordero quita el pecado del mundo mediante su muerte. “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”.

Raymond E. Brown: Jesús como cordero de Dios, y el sentido pascual (featuring Juan)
Agnus Dei (Cordero de Dios), Francisco de Zurbarán (1640) Museo del Prado
Contexto Condensado

Cordero de Dios, que quitás el pecado del mundo, tené piedad de nosotros y danos la paz. La oración, que todos los nacidos en países cristianos conocemos, nace en el Evangelio de Juan 1, 29:

“El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”.

El pastor “evangélico liberal” William Barclay se encargaba de ofrecer una teoría para explicar las discrepancias entre los sinópticos —Mateo, Marcos, Lucas— y Juan, sobre la hora de la Última Cena y la Crucifixión de Jesús. Escribía:

“Marcos lo pone bien claro: «Y el primer día de los ázimos, cuando se sacrifican los corderos pascuales, Sus discípulos Le dijeron: «¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de la Pascua?»”. Juan por otro lado, escribe, “En su relato, crucificaron a Jesús cerca de la hora sexta (Juan 19:14). Era precisamente entonces cuando se estaban sacrificando los corderos pascuales en el templo. Lo más probable es que Juan siguiera un orden que hiciera que la Crucifixión coincidiera con la matanza de los corderos en el templo, para que se viera que Jesús era el gran Cordero Pascual que salvó a Su pueblo y tomó sobre Sí los pecados del mundo. Según esto, los sinópticos son correctos de hecho; pero Juan tenía más interés en la verdad espiritual que en lo meramente histórico”.

En la Biblia, todo está conectado, sobre todo simbólicamente, y a Juan le preocupaban estos detalles. Esto lo podemos ver en el siguiente texto, una pequeña parte del minucioso análisis que hace el padre Raymond Edward Brown de El Evangelio Según San Juan, que divide en dos volúmenes, el primero del capítulo 1 al 12, el segundo sobre el saldo (el evangelio tiene una quiebre sustancial entre estas dos partes). El libro ocupa más de 1700 páginas; la introducción se extiende durante casi 200 de ellas. El trabajo es una obra académica llena de análisis filológicos y de distintas traducciones del cuarto evangelio, todo con la intención de llegar al meollo del asunto. Este extracto es —prestá atención para entender la longitud del tratado— el tercer inciso de la primera sección, del tercer capítulo, de la primera parte, de la segunda parte, del primer volumen; y estamos recién en las páginas 271-273. Como todo tratado extenso y por demás de académico, el autor corre el riesgo, que termina pagando, de no editar y de concentrarse en nimiedades — esto, para el lector común. El autor quiere comprender a detalle toda la simbología así como la literalidad del asunto, y termina dejando de lado lo realmente importante de los evangelios: el hasta ahora inigualable mensaje de Jesús.

De todos modos, para los que disfrutamos de estas nimiedades, así como el pastor Barclay quiso encontrar una explicación para las discrepancias sobre la hora de la muerte de Jesús, el padre Brown quiere encontrar una explicación a la idea de Jesús como Cordero de Dios en el evangelio de Juan. Antes de hablar del cordero con sentido pascual —que es lo que leemos—, habla de Él como siervo doliente: TLDR (too long, didn't read), es una profecía de Isaías (52, 13): “He aquí que mi siervo será prosperado, será engrandecido y exaltado, y será puesto muy en alto”. Si el siervo es una persona o el pueblo de Israel, hasta ahora se debate, y no se sabrá nunca la respuesta. Pero vamos con el simbolismo de Juan de hacer cuadrar la hora de la muerte de Jesús con el sacrificio de los corderos en la pascua (pésaj) judía, simbolismo que marcó profundamente a las primeras comunidades cristianas porque, lógicamente, el Cordero de Dios nos había quitado del pecado.

Nota extra: Melitón de Sardes fue uno de los Padres de la Iglesia en el siglo 2. Escribió una apología del cristianismo que le hizo llegar a Marco Aurelio. Compiló el primer canon del Antiguo Testamento cristiano. Escribió una obra llamada Homilía de Pascua, e hizo otra con paralelos entre el Antiguo y el Nuevo Testamento.

Autor: Raymond Edward Brown

Libro: El Evangelio Según San Juan: I-XII (1966)

Parte 2: El Libro de los Signos
Primera parte: Los días iniciales de la revelación de Jesús

Capítulo 3: El testimonio de Juan Bautista sobre Jesús (I, 29-34)
Sección: Jesús como cordero de Dios (I, 29)

3. El cordero con sentido pascual

Muchos Padres occidentales parecen favorables a esta interpretación (mientras que los orientales favorecen la del Siervo doliente [sección anterior]), que ha encontrado un decidido defensor en Barrett. Hay diversos argumentos en pro:

a) el cordero pascual es un cordero real, mientras que en la interpretación del Siervo doliente el «cordero» es tan sólo un elemento ocasional y aislado en la descripción de la muerte del Siervo;

b) el simbolismo pascual es frecuente en el cuarto Evangelio, especialmente en relación con la muerte de Jesús, y su importancia radica en el hecho de que en el pensamiento cristiano el Cordero quita el pecado del mundo mediante su muerte. Juan 19,14 dice que Jesús fue condenado a muerte a mediodía de la víspera de la Pascua, y éste era el momento preciso en que los sacerdotes empezaban a degollar los corderos pascuales en el templo. Mientras Jesús estaba clavado en la cruz, le alzaron hasta los labios sobre hisopo una esponja empapada en vino (19,29); precisamente con hisopo empapado en la sangre del cordero pascual se rociaban las jambas de las puertas de los israelitas (Éxodo 12,22). Jn 19,36 ve el cumplimiento de la Escritura en el hecho de que no se quebrantara ninguno de los huesos de Jesús, con lo que parece referirse a Ex 12,46, donde se prescribe que no se quebrante ningún hueso del cordero pascual (cf. también Jn 19,31);

c) Jesús es descrito como Cordero en otra obra joánica, el Apocalipsis, donde también aparece el motivo pascual. El Cordero de Ap 5,6 es un cordero degollado. En Ap 15,3, el cántico de Moisés es también el cántico del Cordero. En Ap 7,17 y 22,1 aparece el Cordero como fuente de agua viva, y en ello podría verse otra alusión a Moisés, que hizo brotar agua de la peña. En Ap 5,9 se menciona la sangre del Cordero como rescate, alusión especialmente apropiada en el motivo pascual, pues la sangre del cordero sirvió para que fueran respetadas las casas de los israelitas.

Contra la interpretación del Cordero de Dios en sentido pascual puede proponerse una objeción, y es que en el pensamiento judío el cordero pascual no tenía valor de sacrificio. Esto es cierto, aunque en tiempos de Jesús el aspecto sacrificial había empezado a insinuarse en la concepción del cordero pascual, debido a que los sacerdotes se habían reservado el privilegio de degollar los corderos. En cualquier caso, no es mucha la diferencia entre la sangre del cordero rociada sobre las jambas de las puertas como signo de liberación y la misma sangre ofrecida en sacrificio por la liberación. Una vez que los cristianos empezaron a comparar a Jesús con el cordero pascual, no dudaron en emplear un lenguaje sacrificial: «Cristo, nuestra Pascua, ha sido sacrificado» (1 Corintios 5,7). La función de quitar el pecado del mundo encajaba perfectamente en esta profundización cristiana del concepto de cordero pascual.

Objeción más importante es la basada en el hecho de que el Pentateuco griego llama normalmente al cordero pascual probaton [πρόβατον, “oveja”, “ganado, rebaño, manada”, “animal para ser sacrificado”] no amnos [αμνός, “cordero”]. Pero lo curioso es que en Isaías 53,7 se ve que ambos términos no difieren mucho entre sí; se trata del pasaje en que, en relación con el Siervo doliente, probaton («oveja») y amnos aparecen en paralelismo.

Podría aducirse también la prueba de que los cristianos usaban la palabra amnos para referirse al cordero pascual. En 1 Pe 1,18-19 se afirma que los cristianos han sido rescatados con sangre preciosa, como de un cordero (amnos) sin defecto ni mancha, es decir, la sangre de Cristo. Aunque ahora no podemos aducir argumentos, indicaremos al menos la posibilidad de que 1 Pe haya de interpretarse sobre el trasfondo de una ceremonia cristiana bautismal de carácter pascual. La descripción del cordero sin defecto nos recuerda el precepto de Ex 12,5 de que el cordero pascual no debe tener ninguna imperfección. La diferencia de vocabulario, por consiguiente, no es decisiva.

Teniendo en cuenta tan sólidos argumentos a favor de quienes afirman que el evangelista pretendía aludir con su expresión del Cordero de Dios al Siervo doliente y al cordero pascual, no vemos dificultad seria en afirmar que Juan quiso hacer ambas alusiones. Las dos encajan perfectamente en la cristología de Juan y están bien atestiguadas en el cristianismo del siglo I. Lo cierto es que también es probable que en 1 Pe haya esta doble referencia, pues si bien destaca allí el tema pascual, tampoco está ausente el del Siervo doliente (2,22-25 = Is 53,5-12). La homilía pascual de Melitón de Sardes, de fines del siglo II, entrelaza ambos temas, pues se afirma que Jesús ha venido a sustituir al cordero pascual, pero al mismo tiempo se describe su muerte con expresiones tomadas de Is 53,7: «...conducido como un cordero, sacrificado como una oveja, sepultado como un hombre». No es imposible que junto con estos dos temas recogiera el evangelista algunos ecos de la alusión original de Juan Bautista al cordero apocalíptico, pero en el evangelio no hay otras alusiones al cordero apocalíptico (sólo aparecen en el Apocalipsis).

Hemos ofrecido las sugerencias más importantes acerca del significado de «Cordero de Dios». Otros investigadores traen a colación Jr 11,19: «Yo, como cordero (arnion) [ἀρνίον, “corderito”], manso llevado al matadero.» Es posible que Jeremías sirviera de modelo al Déutero-Isaías para trazar su imagen del Siervo doliente, por lo que esta sugerencia ha de añadirse a las que proponen interpretar el Cordero como Siervo. Otra teoría es que con el Cordero de Dios se alude al cordero (amnos; Ex 29,38-46) que se sacrificaba dos veces cada día en el templo o al cordero (probaton; Lv 4,32) ofrecido como sacrificio por el pecado. Esta segunda idea es interesante, pues explicaría por qué el Cordero quita el pecado del mundo, pero ha de advertirse que el toro y el macho cabrío eran víctimas más frecuentes en el sacrificio por el pecado. En cualquier caso, no hay otras pruebas de que estos sacrificios constituyeran el trasfondo de la cristología joánica. Glasson, Moses, 96, nos recuerda que en el Targum de Jerusalén sobre Éx 1,15 se compara a Moisés con el cordero, y que en la historia de Isaac (Gn 22,8) leemos esta frase: «Dios proveerá el cordero [probaton].» Los simbolismos Jesús/Moisés y Jesús/Isaac (posiblemente Jn 3,16 = Gn 22,2; Jn 19,17 = Gn 22,6) son conocidos en el cuarto Evangelio.


Complementar con:

El jueves santo y la crucifixión, con William Barclay
Está claro que, el Cuarto Evangelio por una parte y los otros tres por la otra, dan fechas diferentes de la Crucifixión, y dan impresiones diferentes en cuanto a lo que fue la Última Cena. En los sinópticos está claro que la Última Cena fue la Pascua, y la crucifixión fue el día de la Pascua.
Jorge Luis Borges: Juan 1, 14
Yo que soy el Es, el Fue y el Será. Estuve entre ellos con asombro y ternura. Conocí la vigilia, el sueño, los sueños, la ignorancia, la carne, los torpes laberintos de la razón, la amistad de los hombres, la misteriosa devoción de los perros. Fui amado, comprendido, alabado y pendí de una cruz.

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