Nietzsche: Epicuro vs Pablo

Contexto Condensado

Vamos cerrando toda esta mini-serie, todo este trip sobre epicúreos y estoicos, y su impacto sobre el pensamiento en el Imperio Romano. Leíamos a Lucas contar, en los Hechos de los Apóstoles, una de las más famosas intervenciones del apóstol Pablo, la de Atenas, cuando fue llevado al Areópago (lugar donde se solía juzgar a los asesinos) por epicúreos y estoicos para que se explicara sobre “esta nueva doctrina”. Con la tarea de evangelización de los apóstoles, con sus Hechos o Actos, empieza la conquista cristiana, primero del Imperio Romano, y luego, por ende, del mundo occidental. La conquista sigue vigente hasta hoy.

Uno de los intentos más célebres para renegar de este sometimiento de la moral occidental a la ética cristiana, ha sido el de Friedrich Nietzsche. Pasamos del Nuevo Testamento al Anticristo. El Anticristo es la producción más picante del filósofo alemán. El libro se presta el nombre del concepto esbozado por el apóstol Juan en un par de cartas, y lleva por subtítulo maldición sobre el cristianismo. Fue escrito en 1888 y no fue publicado sino hasta 1895, lógicamente, por el miedo a la reacción a su contenido. Nietzsche sostenía que la Iglesia creada por Pablo de Tarso contradecía ideas fundamentales de Jesús, y no es necesario que yo te cuente más, porque podés tener un pantallazo vos mismo. A continuación, el capítulo 58 del libro, donde Nietzsche sostiene que el auge del cristianismo fue fundamental en la caída del Imperio Romano, y que las doctrinas de Epicuro combatían todo lo que vino a pregonar el cristianismo después.

Dos notas extras: 1) Pablo era judío, pero fariseo (riguroso cumplimiento de las leyes y tradiciones judias); 2) se “convirtió” al cristianismo en Damasco mientras “perseguía violentamente” a seguidores de Jesús de las primeras sectas cristianas, pero el cristianismo como institución, en realidad, empieza con él y sus misiones evangelizadores.

Autor: Friedrich Nietzsche

Libro: El Anticristo, maldición sobre el cristianismo (1888)

Capítulo 58

En realidad, el fin por que se miente constituye una diferencia: según que con este fin se quiera conservar o destruir. Se puede instituir una igualdad perfecta entre el cristiano y el anarquista: su objeto, su instinto, tiende solamente a la destrucción. Basta leer la historia para sacar de ella la prueba de esta afirmación: la historia la presenta con terrible claridad. Ya hemos aprendido a conocer un Código religioso que tiene por objeto perpetuar la más alta condición de prosperidad de la vida, esto es, una gran organización de la sociedad; el cristianismo encontró su misión en poner término precisamente a tal organización, porque en ella la vida prosperaba. Con esto, los resultados de la razón durante largas épocas de experiencia y de incertidumbre debían ser empleados para una remota utilidad, y la cosecha debía ser tan grande, tan rica, tan completa como fuera posible: aquí, por el contrario, la cosecha fue envenenada por la noche... Lo que existía aere perennius, el imperium romanum, la más grandiosa forma de organización en circunstancias difíciles hasta ahora realizada, en comparación con la cual todo lo anterior, todo lo posterior es artificio, chapucería, diletantismo; aquellos santos anarquistas se impusieron el religioso deber de destruirlo, de destruir el mundo, esto es, el imperium romanum, hasta que no quedase piedra sobre piedra, hasta que los germanos y otros rudos campesinos se hicieron dueños de él. El cristiano y el anarquista, ambos decadentes, ambos incapaces de obrar de otro modo que disolviendo, envenenando, entristeciendo, chupando sangre; ambos poseídos del instinto del odio mortal contra todo lo que existe, lo que es grande, lo que dura, lo que promete un porvenir a la vida... El cristianismo fue el vampiro del imperium romanum; una noche hizo inconsciente la obra enorme de los romanos, la de conquistar el terreno para una gran civilización que tuviera para sí el tiempo.

¿No se comprende todavía? El imperium romanum que nosotros conocemos, que la historia de las provincias romanas nos muestra cada vez mejor, esta admirable obra de arte de gran estilo, fue un comienzo, su construcción estaba calculada para demostrar su bondad en miles de años; hasta hoy no se construyó nunca así, ni siquiera se soñó nunca construir en igual medida sub specie aeterni.

Esta organización era bastante sólida para soportar malos emperadores: la calidad de las personas no tiene nada que ver en estas cosas; primer principio de toda gran arquitectura. Pero este principio no fue bastante sólido contra la más corrompida especie de corrupción, contra los cristianos... Este oculto gusano, que en la noche, en la niebla y en el equívoco se insinuaba entre todos los individuos y quitaba a todo individuo la seriedad para las cosas verdaderas, el instinto en general para la realidad, esta banda vil, afeminada y dulzona, fue poco a poco haciendo extrañas a las almas a aquella prodigiosa construcción, esto es, aquellas naturalezas preciosas, virilmente nobles, que en la causa de Roma vieron su propia causa, su propia seriedad, su propio orgullo. La socarronería de los hipócritas, el secreto de los conventículos, conceptos sombríos como infierno, sacrificio del inocente, unio mystica al beber la sangre, sobre todo el fuego de la venganza lentamente avivado, de la venganza del chandala; esto venció a Roma, la misma especie de religión a la cual, en la forma en que preexistió, ya Epicuro le había declarado la guerra. Léase a Lucrecio para comprender qué fue lo que Epicuro combatió; no fue el paganismo, sino el cristianismo, o sea la corrupción de las almas por obra del concepto de culpa, de castigo y de inmortalidad. Combatió los cultos subterráneos, todo el cristianismo latente; negar la inmortalidad fue ya una verdadera salvación. Y Epicuro hubiera vencido, todo espíritu culto era epicúreo en el imperio romano, entonces apareció Pablo... Pablo, el odio chandala hecho carne, hecho genio, odio contra Roma, contra “el mundo”, el judío, el eterno judío por excelencia... Lo que comprendió fue que, con el pequeño movimiento sectario cristiano, fuera del judaísmo, se podría provocar una “conflagración mundial”; entendió cómo, con el símbolo de “Dios en la Cruz”, todo lo que yace debajo, todo lo secretamente rebelde, toda la herencia de las actividades anarquistas en el imperio, podrían reunirse en un poder enorme. La salvación viene de los judíos. El cristianismo fue una fórmula para superar y sumar los cultos subterráneos de todas clases, el de Osiris, el de la Gran Madre, el de Mitra, por ejemplo; en esta visión consistió el genio de Pablo. En este punto su instinto fue tan seguro que puso en labios, y no sólo en labios del Salvador, las ideas con que seducían las religiones de los chandalas, haciendo descarada violencia a la verdad; y en hacer del Salvador una cosa que pudiera comprenderla también un sacerdote de Mitra. Este fue su momento de Damasco: comprendió que tenía necesidad de la creencia en la inmortalidad para desacreditar el mundo, y que el concepto de infierno vencería también de Roma, que con el más allá se destruye la vida; .. Nihilismo y cristianismo: riman, y no sólo riman...


Nombra a:

Epicuro - Conectorium
Ἐπίκουρος (Epikouros, «aliado» o «camarada»), también conocido como Epicuro de Samos (341 a. C. – Atenas, 270 a. C.), fue un filósofo griego. Estableció su propia escuela en Atenas, conocida como el “Jardín”, donde permitió la entrada de mujeres, prostitutas y esclavos. Los aspectos más destacados d…

Referenciado por:

Miguel de Unamuno: El hambre de inmortalidad
Me dan raciocinios en prueba de lo absurda que es la creencia en la inmortalidad del alma; pero no me hacen mella: son razones y nada más que razones, no es de ellas de lo que se apacienta el corazón. No quiero morirme, ni quiero quererlo; quiero vivir siempre, y por esto me tortura el problema...

Cf. de Conectorium

Hechos de los Apóstoles: Pablo con estoicos y epicúreos
Entonces los Judíos, incrédulos, celosos, tomaron consigo a algunos ociosos, malos hombres, y juntando compañía, alborotaron la ciudad. Estos que alborotan el mundo, también han venido acá; y todos estos hacen contra los decretos de César, diciendo que hay otro rey, Jesús.

#alemán#cristianismo#epicureísmo