Memes intertextuales (con Irene Vallejo, Julia Kristeva, Magritte et al.)

Parecido entre literatura y memes. La influencia de un mito en los Red Hot Chili Peppers, en un cuadro de Botticelli, otro de Magritte y varios textos. El bautizo de lo «intertextual» por Julia Kristeva ft. Bajtín; ejemplos de intertextualidad por Irene Vallejo, y otros más. El portal NYC-Dublín.

Memes intertextuales (con Irene Vallejo, Julia Kristeva, Magritte et al.)
“La vida misma es una cita”
(Borges, citado por Jean Baudrillard)

Hace pocos días se inauguró en Nueva York y Dublín un «portal» entre las dos ciudades, conectando a través de una cámara y una pantalla lo que pasa en un lugar de la otra ciudad en tiempo real. No pasaron ni tres días y ya eran virales: un irlandés que le mostraba sus nalgas a los newyorkers, otro que les sacaba el dedo, otros que mostraban esvásticas y otro, el más famoso, que desde Dublín mostraba en su celular a las Torres Gemelas en el momento del choque del segundo avión. Varias personas compartieron en redes sociales un video de esto último con el caption: «this is why we can't have nice things». Indeed.

Cuatro días después de su inauguración, el portal fue temporalmente cerrado para buscar e instalar alguna solución que monitoree y censure «lo que no se debe hacer», lo que no se quiere que sea visto. Entendamos que todo lo que inventamos será utilizado por algunos para hacer daño, y que por eso siempre existirán leyes, control y censura. Esto es Human Nature 101.

Si vos pasás cierto tiempo en internet todos los días o, como dicen en inglés, sos alguien «extremely online», no necesitás que se te explique nada al ver esa frase junto con esa foto: entendés inmediatamente el contexto: sabés que se trata del portal, que es una foto mostrada desde Dublín, que muestra los atentados del 9/11, que esa frase suele acompañar fotos y videos que explican nuestra esencia. Como «una imagen vale más que mil palabras», si conocés el contexto cultural, entendés todo con una imagen en cuestión de un segundo. Así funcionan los memes: no necesitan más explicación. Y quien necesite explicaciones, que las busque. Otra propiedad de un buen meme viral es que se introduce en la cultura reciclando cosas de la misma cultura.

Por escrito, al contrario de la comunicación visual, uno tiene que describir y explicar todo; y a medida que aumenta el tiempo y la distancia, tiene que explicar todavía más. Un romano del siglo 2 puede hablar de los tigres de Hircania, y sus coterráneos y contemporáneos sabrán dónde está Hircania y a qué se refiere; inglés de finales del siglo 16 puede hablar de Henry VI y La Guerra de las Rosas el siglo anterior, y su entorno sabrá quién era el rey, su carácter, y qué pasó en la guerra; nosotros no. Nosotros podemos hablarnos sobre el 9/11, que entendemos fácilmente, pero los lectores de aquí a 400 años no.

Si tenemos la suerte de que esto se lea en 400 años —si no se habla sólo en emojis, volviendo a la antigua época de los jeroglíficos, o tomando el arte chino de incrustar y condensar varios significados en un solo símbolo—, habrá que explicarle al lector del futuro que China es el gran candidato a ser la potencia dominante del mundo en un par de décadas, y que la caída de la actual potencia dominante quizá comenzó con los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 (aunque esto lo definirán los historiadores mañana). Quizás a la gente del futuro habrá que explicarle cómo se construyen los edificios hoy, qué es un avión, qué tipo de combustible usamos, por qué importa esto del combustible, qué son las «teorías conspiracionistas», qué eran las Torres Gemelas, por qué eran un símbolo del mundo occidental, qué es para nosotros «el mundo occidental», la importancia de Nueva York, quiénes eran Bin Laden y Al Qaeda, qué fue la Guerra contra el Terrorismo, a qué llamamos «el Medio Oriente», por qué todavía usamos pantallas, qué significa «sacar el dedo», qué son las redes sociales, qué es un caption, qué significa Human Nature 101, por qué uso varios anglicismos, por qué la cruz esvástica, un símbolo que hoy creemos inventado hace unos siete mil años en la India o Mesopotamia y cuyo nombre significa «muy auspicioso» en sánscrito, ahora es un símbolo ofensivo y algo no muy auspicioso. Lo que pasa es que era parte del branding de los nazis alemanes durante la Segunda Guerra Mundial; nosotros todavía vemos a la Primera y la Segunda «guerras mundiales» como dos eventos distintos, no como parte del mismo conflicto; en la Segunda vimos lo que consideramos todavía como el peor genocidio de la historia —perpetrado contra los judíos—; luego de ella se consolidó la hegemonía del actual país de los Estados Unidos, que ocupa la mitad inferior de Norteamérica, donde se inventaron en nuestros tiempos las primeras inteligencias artificiales que probablemente te están explicando todo este contexto con una ráfaga de videos, imágenes y textos que podés entender en cuestión de microsegundos gracias al chip que te implantaron en el cerebro. O quizás esa es una idea muy loca que nos están vendiendo con un marketing agresivo para inflar el precio de las acciones de sus empresas.

Los conceptos de marketing y branding se los inventaron los «gringos» —así les decimos los hispanohablantes de América a los estadounidenses, que se llaman a sí mismos «americanos»—, pero esto no quiere decir que en la práctica no existían antes. La propaganda existió antes de que la llamemos propaganda, las colinas antes de que las llamemos colinas, el jaguar antes de que lo bauticemos panthera onca, los anillos de Saturno antes de que Galileo los viera por primera vez, y las mentiras son parte nuestra desde antes de que las llamemos «desinformación» o «fake news». Los memes existen desde antes de que en 1979 Richard Dawkins acuñe en inglés el término meme para que rime con gene y denomine, según su teoría, a la “unidad de transmisión cultural, o una unidad de imitación”, información que se transmite “igual que los genes se propagan en el acervo genético saltando de cuerpo en cuerpo”. Pero al mundo no le importa para qué inventaste algo, sino para qué lo puede usar, y así la cultura de internet, regida por gente extremely online, secuestró el neologismo y lo usó, querido lector del futuro, para denominar un concepto, imagen o video ampliamente compartido en internet —cosa que llamamos «viral»— que refleja tendencias e ideas culturales fácilmente identificables y que suele ser humorístico.

La literatura intertextual también existe desde antes de que le pongamos nombre, y funciona exactamente como los memes, pero entre lectores y escritores —con la excepción de que a casi nadie le importa, todavía, quién creó un meme: no se suele dar crédito al autor, y es práctica común y aceptada su robo—. Si estamos obligados a definir la literatura intertextual, diremos, en una frase, que es la práctica de incorporar referencias y conexiones a otras obras literarias. Si las obras referidas o citadas han sido ampliamente compartidas en la cultura literaria, el texto se entiende mejor y nadie puede acusarte de plagio: la gente extremely on books sabe a quién le pertenece y dónde fue escrito “To be or not to be”. Es una frase que se hizo viral antes de que usemos el concepto de «viral» — y antes de que exista internet, imaginate. Quien todavía no lo sabe y quiere saberlo, ahora puede hacerlo en cuestión de segundos (si el internet está lento). A veces se cita a otros para enriquecer y dar profundidad al texto propio. A veces, como dijo Cortázar, porque “citar es citarse”. A veces, como dijo Montaigne, porque otros ya han dicho mejor lo que uno quiere decir. A veces, porque compartir lo que dijeron tan bien otros provoca placer y uno quiere que todo el mundo lo vea (a los que hacen eso con marcas y productos, hoy, en marketing los llaman «evangelistas»). A veces, para «echarse flores a uno mismo», para alabarse y hacer pensar al lector que uno ha leído mucho, para hacer name-dropping con el fin de impresionar. Como dijo Tomás de Iriarte:

“¡Cuántos pasar por sabios han querido
con citar a los muertos que lo han sido!”

Ralph Waldo Emerson se quejó en su diario: “Odio las citas. Decime lo que sabés”. De esto último, cuenta Irene Vallejo, se burla Aristófanes hace 24 siglos, “dando la bienvenida con sorna a la intertextualidad, se ríe de los escritores que «exprimen sus obras a partir de otros libros»”. Cervantes también hace un meme de éstos en el Quijote.

Llevamos milenios de literatura y, por lo tanto, de literatura intertextual, pero el término lo acuñó una chica de 25 años en 1966. Julia Kristeva, nacida en un pueblito de menos de 40 mil personas en Bulgaria, llevaba un año viviendo en París cuando bautizó la intertextualité en un ensayo escrito en un complejo francés sobre el complejo estructuralismo ruso; el ensayo es un texto intertextual sobre un texto intertextual: una revisión de dos libros del escritor ruso Mijaíl Bajtín: Problemas de la poética de Dostoievsky (1963) y La obra de François Rabelais (1965). Bajtín era por entonces influyente en la Unión Soviética, pero muy poco conocido en Occidente. Kristeva —que publicaba Bajtín, la palabra, el diálogo, la novela en la edición de abril de 1967 de la revista filosófica Critique— no era lo que es hoy: una filósofa reconocida. El artículo, además, requiere paciencia para ser leído. Entonces, como dicen en inglés: what are the odds? ¿Cuáles eran las probabilidades de que un concepto de este texto tenga tanta influencia y destape un nuevo universo de estudios académicos? Así la traduce José Martín Arancibia:

“Escritor tanto como «erudito», Bajtín es uno de los primeros en reemplazar el tratamiento estadístico de los textos por un modelo en que la estructura literaria no está, sino que se elabora con relación a otra estructura. Esta dinamización del estructuralismo no resulta posible más que a partir de una concepción según la cual la «palabra literaria» no es un punto (un sentido fijo), sino un cruce de superficies textuales, un diálogo de varias escrituras: del escritor, del destinatario (o del personaje), del contexto cultural anterior o actual... Pero en el universo discursivo del libro, el destinatario está incluido únicamente en tanto que propio discurso. Se fusiona, pues, con ese otro discurso (ese otro libro) con respecto al cual escribe el escritor su propio texto; de suerte que el eje horizontal (sujeto-destinatario) y el eje vertical (texto-contexto) coinciden para desvelar un hecho capital: la palabra (el texto) es un cruce de palabras (de textos) en que se lee al menos otra palabra (texto). En Bajtín, además, esos dos ejes, que denomina respectivamente diálogo y ambivalencia, no aparecen claramente diferenciados. Pero esta falta de rigor es más bien un descubrimiento que es Bajtín el primero en introducir en la teoría literaria: todo texto se construye como mosaico de citas, todo texto es absorción y transformación de otro texto. En lugar de la noción de intersubjetividad se instala la de intertextualidad, y el lenguaje poético se lee, al menos, como doble.... Así el dialoguismo bajtiniano designa la escritura a la vez como subjetividad y como comunicatividad o, para expresarlo mejor, como intertextualidad; frente a ese dialoguismo, la noción de «persona-sujeto de la escritura» comienza a borrarse para ceder su lugar a otra, la de «la ambivalencia de la escritura»... El término de «ambivalencia» implica la inserción de la historia (de la sociedad) en el texto, y del texto en la historia; para el escritor son una sola y única cosa...”

Yo sé que suena complicado, pero es exactamente el mismo funcionamiento que los memes. Y no solo que los memes, así funciona la construcción de toda cultura, todo sistema de leyes, toda estrategia de marketing, toda tecnología, toda civilización: absorbiendo, transformado y cruzándose con lo anterior.

Vargas Llosa llama a la nuestra La civilización del espectáculo, un libro que empieza revisando ensayos ajenos y que remixea el título de La sociedad del espectáculo, de Guy Debord. Borges, gran maestre de los intertextuales —como Shakespeare, como Tarantino, como David Bowie, como los hermanos Coen, como Hannah Arendt—, que tomó ideas de Giovanni Papini, dice de él: “En 1912 publicó El crepúsculo de los filósofos, título que es una variación del Crepúsculo de los ídolos de Nietzsche, título que es una variación del Crepúsculo de los dioses del primer canto de la Edda mayor. Julio Cortázar remezcla a Julio Verne y llama a su libro La vuelta al día en 80 mundos. La serie Grey's Anatomy juega con el apodo de un libro, el Gray's Anatomy. Bradbury copia el I Sing the Body Electric y Forster el Passage to India de Whitman. Voltaire toma párrafos completos del Fanatismo de Alexandre Deleyre. Darwin toma el “survival of the fittest” the Spencer. Borges escribe en un cuento que es una intertextualidad del Quijote y una amenaza de una copia consciente: “Poe, que engendró a Baudelaire, que engendró a Mallarmé, que engendró a Valéry, que engendró a Edmond Teste”. Treinta años después escribe Kristeva: “Baudelaire tradujo a Poe; Mallarmé escribió que asumiría la tarea poética como legado de Baudelaire, y sus primeros escritos siguieron los pasos de Baudelaire; igualmente, Mallarmé también tradujo a Poe y siguió su escritura; Poe, por su parte, partió de De Quincey...”

Escribe Irene Vallejo en El infinito en un junco, un libro bastante intertextual:

“Italo Calvino escribió que un clásico es un libro que está antes que otros clásicos; pero quien haya leído primero los otros y después lea aquel reconoce enseguida su lugar en la genealogía. Gracias a ellos descubrimos orígenes, relaciones, dependencias. Se esconden unos en los pliegues de otros: Homero forma parte de la genética de Joyce y Eugenides; el mito platónico de la caverna regresa en Alicia en el País de las Maravillas y Matrix; el doctor Frankenstein de Mary Shelley fue imaginado como un moderno Prometeo; el viejo Edipo se reencarna en el desgraciado rey Lear; el cuento de Eros y Psique, en La Bella y la Bestia; Heráclito en Borges; Safo en Leopardi; Gilgamesh en Supermán; Luciano en Cervantes y en La guerra de las galaxias; Séneca en Montaigne; las Metamorfosis de Ovidio en el Orlando, de Virginia Woolf; Lucrecio en Giordano Bruno y Marx; y Heródoto en La ciudad de cristal, de Paul Auster. Píndaro canta: «Sueño de una sombra es el ser humano». Shakespeare lo reformula: «Somos de la misma materia de la que están hechos los sueños, y nuestra breve vida está circundada por el sueño». Calderón escribe La vida es sueño. Schopenhauer entra en el diálogo: «La vida y los sueños son páginas del mismo libro».”

Podemos agregar que Aristóteles reverbera en Santo Tomás, Emerson en Thoreau, Miguel Ángel en Delacroix, el Antigo Testamento en el Nuevo, las antiguas religiones politeístas en las monoteístas de hoy. El Aleph de Borges se siente en la película Everything Everywhere All At Once. El Cándido de Voltaire en la novela Poor Things de Alasdair Gray, convertida en la película que acabás de ver en el cine. Epicuro, que no era del agrado de los estoicos, se siente en el estoico de Séneca, y Woolf en Plath, Chekhov en Mansfield y Maquiavelo en Marlowe. Aldous Huxley, para nombrar sus novelas, toma referencias de Marlowe, de Blake —como Agatha Christie, Kipling y Orwell—, de Milton —como Dickens y Vita Sackville-West, quien además inspiró el Orlando de Woolf, que además es un libro bastante intertextual—, y de Bacon. Bacon referencia a Aristóteles.

Vallejo dice que “en La desaparición de la literatura, Mark Twain proponía una definición irónica: «Clásico es un libro que todo el mundo quiere haber leído pero nadie quiere leer». Pierre Bayard toma prestada esa veta de humor para su ensayo Cómo hablar de los libros que no se han leído. Faulkner, Stoppard y Forsyth toman de Shakespeare El sonido y la furia, Rosencrantz y Guildenstern han muerto y Los perros de la guerra, una novela que se hizo película en 1980; no la confundás con la del 2016, que está basada en un artículo publicado en la revista Rolling Stone, cuyo nombre está inspirado en un dicho —«A rolling stone gathers no moss»—, una banda de rock, una canción de Muddy Waters y otra de Bob Dylan; la de Dylan fue inspirada en la de Waters; la de Waters también inspiró el nombre de la banda The Rolling Stones, quienes en un álbum lanzaron una versión de la de Dylan.

Britney Spears canta su versión de Satisfaction de los Stones, Johnny Cash toma Hurt de Reznor y los Nine Inch Nails, Coldplay toma una pintura de Frida Kahlo para titular su canción Viva la Vida. Los romanos toman la cultura de los griegos, Virgilio toma la posta de Homero, Dante toma la mano de mano de Virgilio, e inventa,

al mismo tiempo y en ese viaje,
su propio ritmo en su terza rima:
la Comedia transforma el lenguaje;

cuando la imprenta se aproxima,
sale ilustrada por Gustave Doré.
Y casi al final de su esgrima

en un grito de consuelo, «¡adoré!»
exclama Van Gogh, mientras admiraba
un trabajo de Gustave, «¡lo copiaré!

Y toma La ronda de los presos y le pone su color. Picasso repintó Las Meninas de Velázquez. Dalí pintó el Moisés de Miguel Ángel, Manet tomó la Venus de Tiziano, Lady Gaga le cantó a la Venus de Botticelli. René Magritte pinta en 1956 Le Bouquet tout fait y copia la Flora que pintó en 1482 Botticelli en La primavera, una pintura a su vez llena de referencias mitológicas, práctica común en su época. Flora era la diosa romana de las flores, la primavera y también de la fertilidad, por eso la vemos embarazada; antes de ser la diosa Flora era la ninfa Cloris para los griegos, hasta que fue secuestrada y tomada por esposa por Céfiro, dios del viento del oeste, el viento del buen clima: en el cuadro de Botticelli vemos la imagen de este rapto al lado derecho de Flora. A Céfiro lo vemos en una abundante cantidad de textos. En inglés es Zephyr. Toda la letra del éxito The Zephyr Song de los Red Hot Chili Peppers está llena de referencias a este evento: Fly away on my zephyr / I feel it more than ever / And in this perfect weather / We'll find a place together / Fly on my wind / Rebel and a liberator... A su vez, las primeras tres notas de guitarra de esta canción fueron copiadas de una canción de la película Willy Wonka de 1971.

Todas las artes están inundadas de referencias e influencias del mismo arte o de otro, consciente o inconscientemente. En todos los pueblos hay artistas que crean haciendo referencia a obras, costumbres, eventos, conceptos y creencias locales. Siempre ha sido así, siempre será así. Lo mismo sucede con las «tribus» que trascienden tiempo y espacio. Conocer los contextos y las referencias en la literatura, los memes, la música, el cine, las series, las esculturas, la pintura, la arquitectura, la cultura a la que uno acaba de migrar, el hobby que uno acaba de agarrar o del nuevo grupo de amigos, le abren a uno las puertas de un nuevo reino: el de la pertenencia. Del reino de la comprensión, “se ha dicho con certeza, ningún viajero retorna jamás”.

Cito en otro contexto a Oscar Wilde cuando escribió, en un contexto diferente al original: “it has been truly said, no traveller ever returns”. Wilde no necesita decir que la frase, que han repetido muchos, la dijo Hamlet, personaje de una obra que Shakespeare escribió probablemente inspirado en una leyenda, y que reaparece en El Rey León. Incontables son las obras inspiradas por las obras de Shakespeare, y se sabe qué obras y cuentos inspiraron las producciones de Disney.

Y es que se construye así, influenciado por lo anterior, llenando lo nuevo de referencias, de guiños, de simbolismos, de códigos escondidos pero a plena vista del observador. Se construye así, “parado sobre hombros de gigantes”, como dijo Newton haciendo mención a una referencia que hace John de Salisbury de Bernardo de Chartres, que según Umberto Eco es un eco de un texto de Guillaume de Conches, quien a su vez está citando a Prisciano.

Inspirado por algo, el humano tiene la capacidad creativa de multiplicarlo y bifurcarlo en una infinitud de senderos. ¿Es esto plagio? “Si copiás de uno, es plagio; si copiás de muchos, es investigación”. Esta frase, según Quote Investigator, probablemente le pertenece a Wallace Notestein en la década de 1920, y probablemente es un reverberación de algo que dijo el reverendo Charles Caleb Colton un siglo antes: “Si robamos ideas de los modernos, lo llamarán plagio; si robamos de los antiguos, lo llamarán erudición”. Lo dijo medio en broma, pero no podríamos estar más de acuerdo. Luego, poéticamente agregó, apenas líneas después de acusar a Voltaire de ladrón: “He visto observado en algún lado, que deberíamos hacer uso de un libro como la abeja hace con la flor”. Cervantes escribió, dos siglos antes: “se advierte, que no ha de ser tenido por ladrón el poeta que hurtare algún verso ajeno, y lo encajare entre los suyos, como no sea todo el concepto y toda la copla entera, que en tal caso tan ladrón es como Caco”.

En la mitología greco-romana, Caco le robó ocho bueyes nada menos que a Hércules; cuando éste fue a buscar sus animales, Caco lo sacó de quicio, así que Hércules, cuando lo agarró, lo mató. Esta historia es mitológica, pero la mitología toma de la realidad humana, que para su arte y su comunicación toma de la mitología: en el español de hoy, la palabra «caco» es sinónimo de ladrón. La cultura es circular, y lo que uno crea y luego comparte, le pertenece menos al autor y más al mundo, que decidirá qué hacer con lo regalado; lo que se comparte pasa a ser parte de la memoria colectiva, que también es memoria circulante.

En fin, «el que explica se complica». Toda esta perorata pudo haber sido un tuit: Lo que uno considera como buenos libros es como los buenos memes, o como las charlas con los viejos amigos o la familia, en las que se hacen referencias a cosas que se vivieron juntos y no se necesita más explicación.


Post scriptum (literalmente algo que uno se da cuenta «después de escrito»): este texto es un ligamento: es el final de una serie sobre la memoria circulante, y la introducción a un libro llamado Para dejar de ser boludo, un libro que busca su título y que hubiera molestado a Aristófanes y Emerson, pero que lamentablemente ya está escrito.


Viene de:

Borges: La Memoria de Shakespeare
Al cabo de los años, un hombre puede simular muchas cosas pero no la felicidad / Descubrí, como otras tantas veces, que era un cobarde / Ya que la identidad personal se basa en la memoria, temí por mi razón. Mis amigos venían a visitarme; me asombró que no percibieran que estaba en el infierno
Robert Greene: unos tigres, un ataque a Shakespeare, y la vida que se acaba y se repite
Si una triste experiencia los mueve hacia la prudencia, o si una desdicha inaudita les ruega prestar atención, no dudo que mirarán hacia atrás con pena por su tiempo pasado, y se esforzarán con arrepentimiento en gastar el que está por venir. Hombres básicos son si por mi desdicha no son advertidos.
Shakespeare en el Día del Libro: las pasiones humanas, las rosas y Enrique VI
¿Qué valor tiene, cuando un perro gruñe, meter la mano entre sus dientes cuando se puede espantarlo a patadas? / Si no te odiara mortalmente lamentaría tu miserable estado. Zapatea y rabia, para que yo cante y baile / Se confirma el adagio: montados, los mendigos llevan sus caballos a la muerte

Referencia a:

Deleyre, Voltaire y el fanatismo
Fanatismo es el efecto de una falsa conciencia que somete la religión a los caprichos de la imaginación y a los desvaríos de las pasiones. Basta que un pueblo sea encantado por unos cuantos impostores, la seducción multiplicará los prodigios, y todo el mundo se perderá para siempre.
Séneca: Sobre la felicidad y Epicuro
Por esto no diré, como la mayoría de los nuestros, que la escuela de Epicuro es maestra de infamias, sino que digo: tiene mala reputación, tiene mala fama, y no la merece. El que llama felicidad al ocio perezoso y a los goces de la gula y la lujuria, busca un buen apoyo para una mala causa.

Notas:

  • Uso las comillas latinas para hacer énfasis y repetir «lo que se dice», y las comillas inglesas para las citas textuales; con esta separación espero evitar misquotations y que nada quede “lost in translation”.
  1. Jean Baudrillard, Cool Memories: 1980-1985, p. 260.
  2. Richard Dawkins, The Selfish Gene, Memes: The New Replicator.
  3. Julio Cortázar, La vuelta al día en 80 mundos, Así se empieza.
  4. Michel de Montaigne, Essais, I, 26: De l’institution des enfans.
  5. Tomás de Iriarte, Fábulas literarias, La abeja y los zánganos.
  6. The Journals and Miscellaneous Notebooks of Ralph Waldo Emerson, vol. 11, 1848-1851, p. 110 - May of 1849 (The Belknap Press, 1975).
  7. Irene Vallejo, El infinito en un junco, I: Grecia imagina el futuro, Las librerías ambulantes, 53.
  8. El ingenioso hidalgo don Quixote de la Mancha, prólogo.
  9. Jorge Luis Borges, prólogo a Ya no quiero ser lo que soy, de Giovanni Papini.
  10. Borges, Pierre Menard, autor del Quijote.
  11. Julia Kristeva, Poésie et négativité, I: Le statut du signifié poétique, 3: Le discours étranger dans l'espace du langage poétique: L'intertextualité. Le paragrammatisme.
  12. Vallejo, El infinito en un junco, II: Los caminos de Roma, ¿Qué es un clásico?, 39.
  13. Ídem.
  14. Oscar Wilde, The Rise of Historical Criticism, 4.
  15. Isaac Newton, carta a Robert Hooke del 5 de febrero de 1675.
  16. Umberto Eco, prólogo a On the Shoulders of Giants, a Shandean Postcript (The Post-Italianate Edition) de Robert K. Merton.
  17. Quote Investigator, If You Steal From One Author, It’s Plagiarism; If You Steal From Many, It’s Research, 20 de septiembre de 2010, modificado el 9 de marzo de 2013.
  18. Wallace Notestein, según el volumen 10 del boletín del U.S. Forestry Service de California, noviembre de 1929.
  19. Charles Caleb Colton, Lacon; Or, Many Things in a Few Words: Addressed to Those who Think, 546.
  20. Miguel de Cervantes, Viaje del Parnaso, Adjunta al Parnaso.