Marco Aurelio: Meditaciones, libro 2

Al amanecer, hacete estas consideraciones previas: me encontraré con un indiscreto, un ingrato, un insolente, un mentiroso, un envidioso, un insociable. Todo eso les acontece por ignorancia de lo bueno y de los malo. Pero yo no puedo recibir daño de ninguno de ellos, ni puedo enfadarme ni odiarles.

Marco Aurelio: Meditaciones, libro 2
Contexto Condensado

Este segundo libro de las Meditaciones es uno de los pocos que nos deja pistas sobre dónde y cuándo pudo haber sido escrito. Recordemos que esta obra de Marco Aurelio la leemos dividida en libros porque se nos legó en 12 libretas, pero eso no fue obra del emperador-filósofo sino de algún copista: no tenemos las libretas originales, ni copias de las primeras copias de las que se tiene noticia en la historia.

Entre el libro 1 y el libro 2 se puede leer: “Entre los cuados, a orillas del Gran”. Algunos traductores y editores van con la teoría de que esto es una nota escrita al final del libro 1, otros de que corresponde al principio del libro 2. Los cuados eran una tribu germánica que habitaban lo que hoy es el este de la República Checa, el norte de Austria y Eslovaquia. El Gran es un río en Eslovaquia que desemboca en el Danubio. Marco Aurelio guerreó contra este pueblo, y contra otros también germanos, durante casi todo su reinado: pero lo hizo dirigiendo personalmente la cosa sobre todo después del año 169 (murió el 180).

Ahora, entre el libro 2 y el libro 3 hay otra anotación que reza: “En Carnunto”. De nuevo: algunos eruditos la atribuyen al final del libro 2 y otros al principio del libro 3. Carnunto era la capital de Panonia, una provincia romana que correspondía a lo que hoy es el oeste de Hungría, un pedazo de casi todas las naciones de la ex-Yugoslavia, otro pedacito de Eslovaquia y también Austria. Panonia llegaba hasta el Danubio, que en esa zona era la frontera norte y natural del Imperio Romano. Carnuntum quedaba en lo que hoy es Austria, al este de Viena, al lado del Danubio, casi en la frontera con Eslovaquia. Marco Aurelio hizo de esta ciudad su sede entre el 170 y el 175.

Esas son todas las pistas que tenemos. Aquí, en vez de poner ambas notas al final de dos libros, o al principio, nos la jugamos por poner ambas en el mismo libro, en este, en el libro 2, al principio y al final. El traductor que usamos de base, don Ramón Bach Pellicer (1977), las ubica al final de los libros 1 y 2.

Otra nota sobre la traducción: nos dimos la libertad de traducirla al voseo latinoamericano.

Leemos este capítulo como parte de nuestra serie de books-as-newsletters, y lo conectamos también con un confer hecho por la página de Instagram Philosophy Break en un post de septiembre de 2022, en el que enlazaron una frase de Séneca con una de Marco Aurelio. La del emperador filósofo la pudieron haber tomado de la reflexión #14 escrita en el segundo libro de sus Meditaciones (no es esa, pero es una muy parecida), reflexión que contiene una de las cuantas famosas veces que Marcus Aurelius Antoninus escribió “que todo es opinión”, frase a la que ya le dedicamos un análisis aparte.

Las Meditaciones son una colección de frases y reflexiones que el emperador escribió para sí mismo, no para publicar. Muchas de ellas vienen de libros de otros autores que él leía (aquí vemos, por ejemplo, citas de Teofrasto, Menandro y Píndaro, recitado por Platón). Él, como no tenía intención de compartir esto con el mundo, casi no marcaba las citas con el nombre del autor. Muchos autores después han estudiado, citado y usado sus frases, incluidas algunas de este libro, que nos sirven como sinapsis para comunicarnos con otros textos.

Te dejamos con Marco Aurelio para que recordés cómo todo está conectado, como todo se repite, y cómo todo pasa. Una joya.
Autor: Marco Aurelio (años 121-180)

Libro: Meditaciones
> Libro 2

Aforismos redactados entre los años 170-180

Traducción de Ramón Bach Pellicer (1977), modificada al voseo

[1]Entre los cuados,[2] a orillas del Gran.[3]

  1. Al despuntar la aurora, hacete estas consideraciones previas: me voy a encontrar con un indiscreto, un ingrato, un insolente, un mentiroso, un envidioso, un insociable. Todo eso les acontece por ignorancia de lo bueno y de lo malo. Pero yo, que he observado que la naturaleza del bien es lo bello, y que la del mal es lo vergonzoso, y que la naturaleza del pecador mismo es pariente de la mía, porque participa, no de la misma sangre o de la misma semilla, sino de la inteligencia y de una porción de la divinidad, no puedo recibir daño de ninguno de ellos, pues ninguno me cubrirá de vergüenza; ni puedo enfadarme con mi pariente ni odiarle. Porque hemos nacido para colaborar, al igual que los pies, las manos, los párpados, las hileras de dientes, superiores e inferiores. Obrar, entonces, como adversarios los unos de los otros es contrario a la naturaleza. Y es actuar como adversario el hecho de manifestar indignación y repulsa.

  2. Esto es todo lo que soy: un poco de carne, un breve hálito vital, y el guía interior. ¡Dejá los libros! No te dejés distraer más; no te está permitido. Sino que, en la idea de que sos ya un moribundo, despreciá la carne: sangre y polvo, huesecillos, fino tejido de nervios, de diminutas venas y arterias. Mirá también en qué consiste el hálito vital: viento, y no siempre el mismo, pues en todo momento se vomita y de nuevo se succiona. En tercer lugar, pues, te queda el guía interior. Reflexioná así: sos viejo; no consientas por más tiempo que éste sea esclavo, ni que siga aún zarandeado como marioneta por instintos egoístas, ni que se enoje todavía con el destino presente o recele del futuro.

  3. Las obras de los dioses están llenas de providencia, las de la Fortuna no están separadas de la naturaleza o de la trama y entrelazamiento de las cosas gobernadas por la Providencia. De allí fluye todo. Se añade lo necesario y lo conveniente para el conjunto del universo, del que formás parte. Para cualquier parte de naturaleza es bueno aquello que colabora con la naturaleza del conjunto y lo que es capaz de preservarla. Y conservan el mundo tanto las transformaciones de los elementos simples como las de los compuestos. Sean suficientes para vos estas reflexiones, si son principios básicos. Apartá tu sed de libros, para no morir gruñendo, sino verdaderamente resignado y agradecido de corazón a los dioses.

  4. Recordá cuánto tiempo hace que difieres eso y cuántas veces has recibido avisos previos de los dioses sin aprovecharlos. Preciso es que a partir de este momento te des cuenta de qué mundo sos parte y de qué gobernante del mundo procedés como emanación, y comprenderás que tu vida está
    circunscrita a un período de tiempo limitado. Caso de que no aprovechés esta oportunidad para serenarte, pasará, y vos también pasarás, y ya no habrá otra.

  5. A todas horas, preocupate resueltamente, como romano y varón, de hacer lo que tenés entre manos con puntual y no fingida gravedad, con amor, libertad y justicia, y procurate tiempo libre para liberarte de todas las demás distracciones. Y conseguirás tu propósito, si ejecutás cada acción como si se tratara de la última de tu vida, desprovista de toda irreflexión, de toda aversión apasionada que te alejará del dominio de la razón, de toda hipocresía, egoísmo y despecho en lo relacionado con el destino. Estás viendo cómo son pocos los principios que hay que dominar para vivir una vida de curso favorable y de respeto a los dioses. Porque los dioses nada más reclamarán a quien observa estos preceptos.

  6. ¡Te afrentás, te afrentás, alma mía! Y ya no tendrás ocasión de honrarte. ¡Breve es la vida para cada uno! Vos, prácticamente, la has consumido sin respetar el alma que te pertenece, y, sin embargo, hacés depender tu buena fortuna del alma de otros.

  7. No te arrastren los accidentes exteriores; procurate tiempo libre para aprender algo bueno y cesá ya de girar como un trompo. En adelante, debés precaverte también de otra desviación. Porque deliran también, en medio de tantas ocupaciones, los que están cansados de vivir y no tienen blanco hacia el que dirijan todo impulso y, en suma, su imaginación.

  8. No es fácil ver a un hombre desdichado por no haberse detenido a pensar qué ocurre en el alma de otro. Pero quienes no siguen con atención los movimientos de su propia alma, fuerza es que sean desdichados.

  9. Es preciso tener siempre presente esto: cuál es la naturaleza del conjunto y cuál es la mía, y cómo se comporta ésta respecto a aquélla y qué parte, de qué conjunto es; tener presente también que nadie te impide obrar siempre y decir lo que es consecuente con la naturaleza, de la cual sos parte.

  10. Desde una perspectiva filosófica afirma Teofrasto[4] en su comparación de las faltas, como podría compararlas un hombre según el sentido común, que las faltas cometidas por concupiscencia son más graves que las cometidas por ira. Porque el hombre que monta en cólera parece desviarse de la razón con cierta pena y congoja interior; mientras que la persona que yerra por concupiscencia, derrotado por el placer, se muestra más flojo y afeminado en sus faltas. Con razón, pues, y de manera digna de un filósofo, dijo que el que peca con placer merece mayor reprobación que el que peca con dolor. En suma, el primero se parece más a un hombre que ha sido víctima de una injusticia previa y que se ha visto forzado a montar en cólera por dolor; el segundo se ha lanzado a la injusticia por sí mismo, movido a actuar por concupiscencia.

  11. En la convicción de que podés salir ya de la vida, hacé, decí y pensá todas y cada una de las cosas en consonancia con esta idea. Porque alejarse de los hombres, si existen dioses, en absoluto es temible, porque éstos no podrían sumirte en el mal. Mas, si en verdad no existen, o no les importan los asuntos humanos, ¿a qué vivir en un mundo vacío de dioses o vacío de providencia? Pero sí, existen, y les importan las cosas humanas, y han puesto todos los medios a su alcance para que el hombre no sucumba a los verdaderos males. Y si algún mal quedara, también esto lo habrían previsto, a fin de que contara el hombre con todos los medios para evitar caer en él. Pero lo que no hace peor a un hombre, ¿cómo eso podría hacer peor su vida? Ni por ignorancia ni conscientemente, sino por ser incapaz de prevenir o corregir estos defectos, la naturaleza del conjunto lo habría consentido. Y tampoco por incapacidad o inhabilidad habría cometido un error de tales dimensiones como para que les tocaran a los buenos y a los malos indistintamente, bienes y males a partes iguales. Sin embargo, muerte y vida, gloria e infamia, dolor y placer, riqueza y penuria, todo eso acontece indistintamente al hombre bueno y al malo, pues no es ni bello ni feo. Porque, efectivamente, no son bienes ni males.

  12. ¡Cómo en un instante desaparece todo: en el mundo, los cuerpos mismos, y en el tiempo, su memoria! ¡Cómo es todo lo sensible, y especialmente lo que nos seduce por placer o nos asusta por dolor o lo que nos hace gritar por orgullo; cómo todo es vil, despreciable, sucio, fácilmente destructible y cadáver! ¡Eso debe considerar la facultad de la inteligencia! ¿Qué son esos, cuyas opiniones y palabras procuran buena fama? ¿Qué es la muerte? Porque si se la mira a ella exclusivamente y se abstraen, por división de su concepto, los fantasmas que la recubren, ya no sugerirá otra cosa sino que es obra de la naturaleza. Y si alguien teme la acción de la naturaleza, es un chiquillo. Pero no sólo es la muerte acción de la naturaleza, sino también acción útil a la naturaleza. Cómo el hombre entra en contacto con Dios y por qué parte de sí mismo, y, en suma, cómo está dispuesta esa pequeña parte del hombre.

  13. Nada más desventurado que el hombre que recorre en círculo todas las cosas y «que indaga», dice, «las profundidades de la tierra»,[5] y que busca, mediante conjeturas, lo que ocurre en el alma del vecino, pero sin darse cuenta de que le basta estar junto a la única divinidad que reside en su interior y ser su sincero servidor. Y el culto que se le debe consiste en preservarla pura de pasión, de irreflexión y de disgusto contra lo que procede de los dioses y de los hombres. Porque lo que procede de los dioses es respetable por su excelencia, pero lo que procede de los hombres nos es querido por nuestro parentesco, y a veces, incluso, en cierto modo, inspira compasión, por su ignorancia de los bienes y de los males, ceguera no menor que la que nos priva de discernir lo blanco de lo negro.

  14. Aunque debieras vivir tres mil años y otras tantas veces diez mil, no obstante recordá que nadie pierde otra vida que la que vive, ni vive otra que la que pierde. En consecuencia, lo más largo y lo más corto confluyen en un mismo punto. El presente, en efecto, es igual para todos, lo que se pierde es también igual, y lo que se separa es, evidentemente, un simple instante. Luego ni el pasado ni el futuro se podría perder, porque lo que no se tiene, ¿cómo nos lo podría arrebatar alguien? Tené siempre presente, por tanto, esas dos cosas: una, que todo, desde siempre, se presenta de forma igual y describe los mismos círculos, y nada importa que se contemple lo mismo durante cien años, doscientos o un tiempo indefinido; la otra, que el que ha vivido más tiempo y el que morirá más prematuramente, sufren idéntica pérdida. Porque sólo se nos puede privar del presente, puesto que éste sólo poseés, y lo que uno no posee, no lo puede perder.

  15. «Que todo es opinión».[6] Evidente es lo que se dice referido al cínico Mónimo.[7] Evidente también, la utilidad de lo que se dice, si se acepta lo sustancial del dicho, en la medida en que es oportuno.

  16. El alma del hombre se afrenta, sobre todo, cuando, en lo que de ella depende, se convierte en pústula y en algo parecido a una excrecencia del mundo. Porque enojarse con algún suceso de los que se presentan es una separación de la naturaleza, en cuya parcela se albergan las naturalezas de cada uno de los restantes seres. En segundo lugar, se afrenta también, cuando siente aversión a cualquier persona o se comporta hostilmente con intención de dañarla, como es el caso de las naturalezas de los que montan en cólera. En tercer lugar, se afrenta, cuando sucumbe al placer o al pesar. En cuarto lugar, cuando es hipócrita y hace o dice algo con ficción o contra la verdad. En quinto lugar cuando se desentiende de una actividad o impulso que le es propio, sin perseguir ningún objetivo, sino que al azar e inconsecuentemente se aplica a cualquier tarea siendo así que, incluso las más insignificantes actividades deberían llevarse a cabo referidas a un fin. Y el fin de los seres racionales es obedecer la razón y la ley de la ciudad y constitución más venerable.

  17. El tiempo de la vida humana, un punto; su sustancia, fluyente; su sensación, turbia; la composición del conjunto del cuerpo, fácilmente corruptible; su alma, una peonza; su fortuna, algo difícil de conjeturar; su fama, indescifrable. En pocas palabras: todo lo que pertenece al cuerpo, un río; sueño y vapor, lo que es propio del alma; la vida, guerra y estancia en tierra extraña; la fama póstuma, olvido. ¿Qué, pues, puede darnos compañía? Única y exclusivamente la filosofía. Y ésta consiste en preservar el guía[8] interior, exento de ultrajes y de daño, dueño de placeres y penas, sin hacer nada al azar, sin valerse de la mentira ni de la hipocresía, al margen de lo que otro haga o deje de hacer; más aún, aceptando lo que acontece y se le asigna como procediendo de aquel lugar de donde él mismo ha venido. Y sobre todo, aguardando la muerte con pensamiento favorable, en la convicción de que ésta no es otra cosa que disolución de elementos de que está compuesto cada ser vivo. Y si para los mismos elementos nada temible hay en el hecho de que cada uno se transforme de continuo en otro, ¿por qué recelar de la transformación y disolución de todas las cosas? Pues esto es conforme a la naturaleza, y nada es malo si es conforme a la naturaleza.

En Carnunto.[9]


  1. Según Farquharson, esta línea se refiere al libro II, al que serviría de título, mientras que la referencia a Carnunto, generalmente recogida al final del libro II, se refería al libro III. ↩︎

  2. Los cuados formaban parte de los pueblos germánicos. Contra ellos, Marco Aurelio hizo una expedición militar para subyugarlos. ↩︎

  3. El río Gran es afluente del Danubio. ↩︎

  4. Nota del Traductor: Teofrasto, discípulo de Platón y Aristóteles. Éste le nombró su sucesor en la jefatura del Liceo y tutor de su hijo Nicómaco. Escritor fecundo, y científico. Autor de los Caracteres, tratado en el que caricaturiza a treinta tipos, poniendo de manifiesto su agudo sentido de observación con su punzante ironía. ↩︎

  5. N.T.: Palabras de Píndaro, citado por Platón en el Teeteto, 174. ↩︎

  6. N.T.: Menandro, fragmento 249 (Kock). ↩︎

  7. N.T.: Mónimo, filósofo cínico, discípulo de Diógenes y Crates. ↩︎

  8. N.T.: El daímon o genio o divinidad. ↩︎

  9. N.T.: Ciudad de Panonia situada junto al río Danubio, [al este de Viena,] residencia habitual de Marco Aurelio durante la campaña de 170-174, en la que asumió personalmente las funciones de jefe del ejército. Según Farquharson, esta localización debe encabezar el libro siguiente. ↩︎


Marco Aurelio: Meditaciones, libro 1
De mi padre: la mansedumbre y la firmeza serena en las decisiones profundamente examinadas. El no vanagloriarse con los honores aparentes; el amor al trabajo y la perseverancia; el estar dispuesto a escuchar a los que podían hacer una contribución útil a la comunidad.
Marco Aurelio: Meditaciones, libro 3
Habite en vos la serenidad, la ausencia de necesidad de ayuda externa y tranquilidad que procuran otros. Conviene mantenerse recto, no enderezado. No debe tenerse en cuenta la opinión de todos, sólo la de los que viven conforme a la naturaleza. Venerá la facultad intelectiva. No vagabundeés más.

Citado por:

Borges: El tiempo circular
Yo suelo regresar eternamente al Eterno Regreso; en estas líneas procuraré (con el socorro de algunas ilustraciones históricas) definir sus tres modos fundamentales. El tercer modo de interpretar las eternas repeticiones es el menos pavoroso y melodramático, y también el único imaginable.

Complementar con:

Marco Aurelio: Meditaciones, libro 12
Si no conviene, no lo hagás; si no es cierto, no lo digás; provenga de vos este impulso. En primer lugar, no hacer nada al azar, ni tampoco sin un objetivo final. En segundo lugar, no encauzar tus acciones a otro fin que no sea el bien común.
Marco Aurelio: todo es opinión
Ronda en internet, entre Twitter threads e Instagram captions, entre hustlers e influencers, como frase motivacional, una máxima supuestamente escrita por Marco Aurelio: “Todo lo que escuchamos es una opinión, no un hecho. Todo lo que vemos es una perspectiva, no la verdad”. ¿La escribió?