Heródoto: Crimea y las Amazonas
Vamos cerrando el anexo a la serie sobre Ucrania con una conexión bien rara, de cuando Sudamérica estuvo en guerra con Grecia hace milenios y un grupo de amazonas encontró refugio en Crimea, y que probablemente influyeron en el carácter guerrero del gen cosaco. No, te juro que no es un chiste.
Cierro con dos geógrafos e historiadores griegos—primero, el primero. Heródoto es la persona más antigua de la que conocemos un tratado de Historia, por eso es considerado su padre. En nuestra historia nueva, esa que nace desde que somos capaces de grabar y relatar las acciones del presente y las del pasado para que las puedan conocer quienes vivan en el futuro, Heródoto de Halicarnaso es la primera persona—asumimos—en abarcar una larga cantidad de naciones. La historia anterior la perdimos en cataclismos y desastres naturales y se cree que solo la conservaron los antiguos egipcios. En esa época, Sudamérica vivía su edad de oro (El Dorado, el Paitití—para más info ver la serie que hicimos sobre la Atlántida), y tenía colonias conquistadas en el norte de África, la zona mediterránea de Europa y la parte más occidental del Asia. Repito que estoy hablando en serio. Hace siglos, esto que digo era una idea medio alocada pero no descartada, hace décadas era del todo olvidada, ahora vuelve a ser una locura considerada, y espero que en menos de un siglo sea en colegios enseñada. Pero basta de rimitas, vamos a los cuentos: la mitología griega cuenta la caída de este imperio, un ejemplo es Hércules asesinando una de las reinas amazonas en uno de sus trabajos, y el hecho de que las amazonas pelearon en la guerra de Troya, donde Aquiles se enamoró de otra de sus reinas después de haberla matado. Las novelas mexicanas y colombianas no le llegan ni al talón. La cosa es que Heródoto narra un encuentro entre las amazonas y los escitas, el pueblo nómada que dominó un territorio desde lo que ahora es Lituania bajando hasta Ucrania, yendo hacia el este hasta el centro de Rusia, bajando hasta la frontera con la actual India. Heródoto ubicó la Amazonía entre Rusia y Ucrania, y después los historiadores se la fueron llevando hacia lo que ahora es Turquía—en la siguiente lectura vamos a leer una refutación de esto, de la misma era.
Este geógrafo griego nació el 484 a. C. en una ciudad que era puerto, entonces parte de Grecia, hoy llamada Bodrum, en lo que ahora es Anatolia en Turquía, zona donde estaba Troya. Murió a los 59 años, no se sabe si en la Calabria, hoy italiana—y que el autor usa de ejemplo para explicar la geografía de Crimea—, o en Pella, la capital del Reino de Macedonia, ahora el norte de Grecia. Platón tenía 2 años, Sócrates 35, Aristóteles, que se fue a Pella a ser tutor de Alejandro Magno, no estaba ni cerca de la gestación. 2400 años más tarde todavía se leen los 9 libros de sus Historias, palabra que deriva del griego ἱστορίαι, que significa “información” o “investigaciones”, que tiene su origen a su vez en otra palabra que quiere decir “testigo” y/o “hombre sabio”. Heródoto viajó muchísimo y habló con mucha gente para componer su tratado, pero en ese entonces casi no habían documentos, todo era oral y ya sabemos que la memoria falla—obviamente no habían ni fotos, ni videos, ni historia.
Dejo como nota que leer historia es ser testigo de la información o el conocimiento adquirido por la investigación. El que sabe, sabe; y el que no, está condenado a repetir los mismos errores.
A continuación servimos un par de extractos del segundo libro de Ἡρόδοτος en el que menciona el Borístenes, zona que visitó, de la que Voltaire dijo que es “la provincia de Kiev, o Ukrania”. Para el francés, “la diferencia entre estos dos nombres, uno duro de pronunciar, el otro melodioso, sirve para hacer ver, con otras cien pruebas, la rudeza de todos los antiguos pueblos del Norte y los encantos de la lengua griega”. Lógicamente, también se menciona Crimea. Lo leemos traducido por el padre jesuita Bartolomé Pou, “helenista y erudito español”, a quien le respeto la forma de escribir Kyiv y Moscú. Traducción del siglo 18, siglo en que la Compañía de Jesús se veía expulsada del reino de España y perdía, así, el imperio que había construido en Sudamérica.
Autor: Heródoto
Libro: Historias (siglo 5 a. C.)
Libro 4: Melpómene
Sección 17. Empezando desde el emporio de los Boristenitas, lugar que ocupa el medio de la costa de Escitia, los primeros habitantes que siguen son los Calípidas, especie de griegos escitas, y más arriba de estos se halla otra nación llamada los Alazones, que, siguiendo como los Calípidas todos los usos de los escitas, acostumbran con todo hacer sementeras de trigo, del cual se alimentan, comiendo también cebollas, ajos, lentejas y mijo. Sobre los Alazones están los escitas que llaman labradores, quienes usan sembrar su trigo, no para comerle, sino para venderle. Más arriba de éstos moran los neuros, cuya región hacia el viento Bóreas [viento del norte] está despoblada de hombres, según tengo entendido. Estas son las naciones[1] que viven vecinas al río Hipanis y caen hacia el poniente del Borístenes.
18. Pasando a la otra parte de Borístenes, el primer país, contando desde el mar, es Hilea, más allá de la cual habitan los escitas, labradores que viven cerca del Hipanis, a quienes llaman Baristenitas los griegos, al paso que se llaman a sí mismos Olbiopolitas. Estos pueblos ocupan la comarca que mira a Levante [oriente] y se extiende por tres jornadas confinando con un río que tiene por nombre Panticapes, y la misma hacia el viento Bóreas tiene de largo once Jornadas navegando por el Borístenes arriba [ahora río Dniéper]. Al país de dichos escitas siguen unos vastos desiertos; pasados éstos, hay una nación llamada los Andrófagos, que hace cuerpo aparte, sin tener nada común con los escitas; pero más allá de ella no hay sino un desierto en que no vive nación alguna.
19. Al pasar el río Panticapes, la tierra que cae al Oriente de dichos escitas labradores está ocupada ya por otros escitas nómadas[2] que como pastores nada siembran ni cultivan. La tierra que habitan está del todo rasa sin árbol alguno, excepto la región Hilea, y se extiende hacia Levante catorce días de camino, llegando hasta el río Gerro.
20. A la otra parte del Gerro yacen los campos o territorios que se llaman regios, habitados por los más bravos y numerosos escitas, que miran como esclavos suyos a los demás escitas: confinan por el Mediodía con la región Táurica, por Levante con el foso que abrieron los hijos bastardos de los ciegos y con el emporio de la laguna Meótide, el cual llaman Cremnoi, y algunos de estos pueblos llegan hasta el río Tanis[3]. En la parte superior de los escitas regios hacia el Bóreas viven los Melanclenos, nación enteramente diversa de los escitas; pero más arriba de ella hay unas lagunas, según estoy informado, y el país está del todo despoblado.
Nota del traductor: Los Boristenitas eran algunos Griegos situados entre el Dnieper y el Bog, o bien Hipanis; los Calípidas ocupaban la parte de la comarca de Barclao, en Podolia, y de Okzakow; los Alazones estaban en la Podolia hacia Kaminiak: los labradores ocupaban la Moldavia, la Valaquia y parte de Transilvania; los Neuros estaban en la Rusia Negra. ↩︎
N.T.: No se nos da el nombre de los países ocupados por estos nómadas, aunque parece son los mismos de los Cosacos; los labradores, distintos de los del mismo nombre, vivían al Oriente del Dnieper, entre este río y el Bog hasta Kief; y por el Mediodía bajaban hasta el Panticapes, vecino al Sasuara o quizá el mismo. ↩︎
N.T.: La fosa comenzaba desde el Gerro y paraba en la laguna Bice. Estos Escitas regios poseían la parte oriental de la Crimea y el país de los Tártaros Nogayos. En cuanto a los Melanclenos, se les coloca en el territorio de Moscow. ↩︎
110. Acerca de los Saurómatas cuéntase la siguiente historia. En tiempo de la guerra entre los griegos y las Amazonas, a quienes los escitas llaman Eorpata, palabra que equivale en griego a Androctonoi (mata–hombres), compuesta de Eor que significa hombre y de pata matar; en aquel tiempo se dice que, vencedores los griegos en la batalla del río Termodonte, se llevaban en tres navíos cuantas Amazonas habían podido coger prisioneras, pero que ellas, habiéndose rebelado en el mar, hicieron pedazos a sus guardias. Mas como después que acabaron con toda la tripulación ni supiesen gobernar el timón, ni servirse del juego de las velas, ni bogar con los remos, se dejaban llevar a discreción del viento y de la corriente. Hizo la fortuna que aportasen a un lugar de la costa de la laguna Meótis llamado Cremnoi[1], que pertenece a la comarca de los escitas libres. Dejadas allí las naves, se encaminaron hacia el país habitado, y se alzaron con la primera piara de caballos que casualmente hallaron, y montadas en ellos iban talando y robando el país de los escitas.
111. No podían éstos atinar qué raza de gente y qué violencia fuese aquella, no entendiendo su lengua, no conociendo su traje, ni sabiendo de qué nación eran, y se admiraban de dónde les había podido venir aquella manada de bandoleros. Teníanlas, en efecto, por hombres todos de una misma edad, contra quienes habían tenido varias refriegas[2]; pero apoderados después de algunas muertas en el combate, al cabo se desengañaron conociendo ser mujeres aquellos bandidos. Habiendo con esto tomado acuerdo sobre el caso, parecióles que de ningún modo convenía matar en adelante a ninguna, y que mejor fuera enviar sus mancebos hacia ellas en igual número al que podían conjeturar que sería el de las mujeres, dándoles orden de que plantando su campo vecino al de las enemigas, fuesen haciendo lo mismo que las viesen hacer, y que en caso de que ellas les acometieran no admitiesen el combate sino que huyesen, y cuando vieran que ya no les perseguían, se acampasen de nuevo cerca de ellas. La mira que tenían los escitas en estas resoluciones era de poder tener en ellas una sucesión de hijos belicosos.
N.T.: Actualmente Crin, de la cual la Chersoneso Táurica tomó el nombre de Crimea. ↩︎
N.T.: Convendría probar la existencia de las Amazonas de Libia del Asia y América que niegan los modernos, y que con placer defendería yo, si fuera oportuno en este lugar, purgándola de las fábulas con que los poetas han desacreditado por embellecerlo un hecho que no puede desecharse enteramente sin negar la fe humana a la historia antigua. ↩︎