El gobierno contra Santa Cruz, escenarios 2023 *
Lo que está sucediendo hoy en Santa Cruz tiene que ser analizado un ratito fuera del calor de los fuegos artificiales y la irritación de los gases lacrimógenos. La represión policial indigna y enrojece hasta provocar náuseas, pero intentemos salir de la batalla y ver el panorama desde arriba...
Lo que está sucediendo hoy en Santa Cruz tiene que ser analizado un ratito fuera del calor de los fuegos artificiales y la irritación de los gases lacrimógenos. La represión policial indigna y enrojece hasta provocar náuseas, pero intentemos salir de la batalla y ver el panorama desde arriba, desde un dron.
Partamos de las dos premisas que juntas forman el casus belli del enfrentamiento actual:
- El poder económico atrae, inevitablemente, poder político.
- El gobierno de turno tiene como ideología, y como fin, la toma total del poder e instalarse allí indefinidamente.
Si hacés uno más uno, no necesitás seguir leyendo esto; nos quieren destruir porque somos una amenaza, un obstáculo en su camino, y no van a parar. Todo lo que hagan de aquí en adelante se guía por estos principios.
Lo que sigue es desarrollo por pura vanidad.
Nuestra ideología es más del “mundo occidental”: descentralización, localismo, libertad, democracia, instituciones fuertes. Ellos dicen que son anti-imperialistas y anti-colonialistas, pero en realidad son los más. Son imperialistas y lo que intentan, ya hace años, es colonizar el oriente.
Esta es una guerra entre dos formas políticas de entender la vida, A Clash of Two Systems, como diría Nassim Taleb, en un ensayo que empieza diciendo:
“La guerra en Ucrania es una confrontación entre dos sistemas, uno moderno, legalista descentralizado y con muchas cabezas; el otro arcaico, nacionalista, centralizado y monocéfalo.”
En nuestro lado, si cae la cabeza, las instituciones siguen, el movimiento continúa; somos de decisiones locales que se organizan desde la base (un ejemplo son las rotondas en los paros cívicos y su coordinación casi inmediata). Este sistema no necesita y no quiere líderes con mucho poder, y progresa incluso a pesar de tener malos líderes. No es fábrica de caudillos y eso es inherentemente bueno.
En el otro sistema, si cae el caudillo cae el movimiento. Si cae Putin, se acaba la guerra en Ucrania. Si cae Maduro, se acaba el problema en Venezuela. El 2019 cayó el líder del gobierno y ahora el partido está en crisis y dividido.
Nos han vendido que nuestras diferencias son nuestra fortaleza, pero en una sociedad con visiones tan dispares lo natural es que hayan roces. Sobre todo si un lado busca someter al otro. Hay un sentimiento cruceño que lleva siglos in the making que no se puede negar, como no se puede negar que hay otro sentimiento con motivos de sobra para buscar “revancha”. Si queremos que acepten lo que sentimos, hay que aceptar lo que otros sienten. Lo que llevó al gobierno actual al poder fue el voto de la gente que buscaba un cambio y mayor igualdad social. Nuestros líderes políticos y cívicos de entonces menospreciaban y denigraban a su gente y su movimiento. Digamos las cosas como son, porque es parte de la culpa de lo que sucede ahora. Surgió un movimiento que buscaba transformar la sociedad y se consiguió, al César lo que es del César. El problema es que sus líderes se emborracharon de poder y no pueden curarse del veneno del resentimiento. Su idealismo no es socialismo ni populismo, esos son sólo sus medios para llegar al fin de su verdadera ideología: el totalitarismo. Pero hay gente de sus bases que reconoce este mal y no lo quiere para ellos ni para nosotros.
Hay que intentar comprender al otro para aceptarlo, para entenderlo, y para negociar y defenderse de él. Aceptemos que haríamos lo mismo en sus zapatos, como ellos harían lo mismo en los nuestros. Por ejemplo: ellos piden un estado de sitio para Santa Cruz, nosotros lo pedimos en su momento para El Alto; seguro las noticias que les llegan son manipuladas, seguro nos llegaron manipuladas a nosotros. La naturaleza humana es la misma en todos lados y desde que la grabamos en nuestra memoria colectiva (libros).
Vamos al sentimiento cruceño, a ver si lo pueden entender, porque sentimos lo mismo: desprecio y abandono. Somos “los otros”. La otredad cruceña da para todo tipo de narrativas. Desde Ñuflo hasta Warnes, Mercado y Sucre, hay para justificar separatismos, anexión a la fuerza y abrazo protector de Bolivia; todo se puede defender en nuestra historia dependiendo del relato. Si independientes o dependientes del virreinato del Perú o del de la Plata, hubo todo. El tema es que uno decide primero qué es lo que cree y lo que quiere, después busca los hechos que convengan para su justificación. De nuevo, naturaleza humana. George Orwell describió esto brillantemente en sus Notes on Nationalism: somos doctrinarios, tribalistas, religiosos empedernidos; y cuando nos auto-etiquetamos, cuando nos encerramos ciegamente en una narrativa, ya no podemos opinar distinto, a riesgo de ser exiliados del grupo. Nos encerramos en una ideología o en todo lo que sea anti- la ideología que “odiamos”. Es el famoso “o con nosotros, o contra nosotros”; si no nos apoyás, entonces automáticamente significa que apoyás lo contrario, entonces te cancelamos. Luego, aceptamos cualquier cosa que se diga en nuestro bando y no denunciamos lo malo. Vemos lo malo sólo en el otro, y no lo vemos cuando lo hacemos nosotros mismos.
Otra cosa de nuestra naturaleza: siempre que un grupo quiere tomar el poder total hay una intención de borrar la historia y reescribirla, de quemar y esconder los libros que cuentan el pasado para crear un nuevo relato. No tiene que tener lógica porque apela a las pasiones y emociones. Political Propaganda 101. Esto es lo que está pasando ahora en Bolivia (spoiler alert: nunca funciona). Pasa en Bolivia como ha pasado en la Rusia zarista, la Alemania nazi, la Revolución Francesa, o el gobierno de Napoleón, por poner ejemplos más extremos. Orwell ilustró la idea en 1984, Borges en La muralla y los libros.
El partido de gobierno de turno quiere imponer un relato de golpe de estado cuando lo que hubo en las elecciones nacionales del 2019 fue fraude. Está probado, demostrado y grabado, hasta la gran renuncia. Pero el pasado documentado no importa, la verdad para ellos no existe, van a inventar narrativas. No les pidamos que tengan sentido, no perdamos energías gritando que lo que dicen no tiene lógica porque no importa, no vamos a cambiar la opinión de nadie.
Pero sí podemos ganar la empatía de algunos: hay que diferenciar que “ellos” no son todos en el resto de Bolivia, sino sólo el partido de gobierno y sus seguidores duros; hay mucha gente en el medio. A ellos les decimos: el cruceño ya no puede seguir conviviendo con los abusos del poder actual. Son dos visiones opuestas e irreconciliables, no hay vuelta atrás. Mientras siga en el poder este partido, para el que somos un estorbo en su búsqueda de control total, no podemos vivir en paz y vamos a buscar una salida. Estamos cansados. Nos quieren destruir porque Santa Cruz ha demostrado que sus deseos mueven la aguja política del país, y ahora el resto de Bolivia tiene que tomar una decisión: o nos apoyan en esta causa o nos tienen que dejar ir. No podemos vivir si no es en un sistema de democracia y libertad. Si los bolivianos creen que no nos pueden apoyar en sus ciudades, sepan que esta tierra es el sueño boliviano, son bienvenidos todos.
Porque es el sueño boliviano, el lugar para los que quieren invertir y trabajar, el Estado intenta destruirlo. Repito para que se grabe: el poder económico atrae el poder político, y el partido de gobierno lo quiere todo para sí. Todo empezó probablemente en 2007 con los cercos a Santa Cruz, luego con el “caso terrorismo” y el famoso Hotel Las Américas. ¿Hubo realmente terrorismo? No, aunque casi. Nos la jugaron como a opas, para eso son buenos. Son “enoja opas” y buscan provocar a los “fosforitos”, no tenemos que caer en la provocación. Y así como en su momento buscaron crear un relato de terrorismo y sedición, de manual, ahora hacen lo mismo para instalar la idea de un golpe, que no hubo.
Este será un juego de paciencia y cabeza fría. No podemos reaccionar y darles excusas para justificar su accionar y existencia. Nos quieren en cámara y video haciendo desmanes para culparnos de una eventual crisis económica o para meternos bala. Que esta frase no te sorprenda. Después del secuestro del Gobernador, ¿qué te puede sorprender? Nadie está a salvo. La forma en que lo privaron de su libertad —con tiros, encañándolo en el piso, en plena vía pública para que todo el mundo vea y filme—, la manera es una provocación a todas luces. The medium es the message. Todo lo que hagamos tiene que ser sabiendo que el gobierno busca destruir el aparato productivo de Santa Cruz. Quiere conflictos y sembrar inseguridad para que la gente y las inversiones se vayan. Quieren que en el censo no seamos tantos para quitarnos recursos y como victoria moral. No les importa la economía ni la población ni los cruceños ni los cambas ni los collas. Si todo se cae, ya vimos en el resto de sus países amigos y totalitarios —Cuba, Venezuela, Nicaragua, Turquía, Rusia, Irán—, la élite gobernante sigue teniendo ingresos (los acapara todos). Entre la corrupción y los side-jobs del narcotráfico y el contrabando seguirán viviendo como reyes.
Sus intenciones están declaradas. ¿Qué nos queda? Veamos escenarios.
1. Hacerlos retroceder con el apoyo del resto de Bolivia (recapacitar, parece que no lo hacen nunca). Buscar empatía por un pueblo ultrajado y que vean el afán dictatorial (primero venimos nosotros, luego ustedes). Que sientan la importancia de Santa Cruz (alimentos, suministros, comercio; espectacular medida el cierre de fronteras departamentales y ventas al resto del país, y para evitar el ingreso de más policías abusadores). Pero esto sólo compra tiempo y retrasa el conflicto.
2. Ideal, para evitarlo, sería que ellos mismos se enfrenten entre sí y que caigan por su propio peso. Ya están en ello. Con relatos e historias, con infiltrados, noticias e investigaciones, hay que alimentar la división interna, que se caigan sus caudillos porque así se caerán sus movimientos. Desde los griegos hasta los romanos hasta Maquiavelo hasta nuestros días:“Divide et impera”. (Maquiavelo no era malo sino un lector de la naturaleza humana, y en esta coyuntura leerlo se hace un must.)
3. Si compramos tiempo hasta el 2025, o si hay elecciones anticipadas, tendríamos que llegar con un frente único (se le pide a Santa Cruz que lo lidere, Santa Cruz no sabe si lo quiere, porque su onda es más laissez faire, laissez passer). Ellos se quitarían puntos yendo divididos. Si hay elecciones, van a ser manipuladas como todas las anteriores (y lo mismo con el censo). Hay que trabajar para minimizar esto.
4. Tener paciencia y aguantar, porque todo pasa. Este gobierno es “de turno” y “actual” porque también van a pasar, como pasaron todos.
Estos escenarios son los menos probables, como lo es la liberación del Gobernador, hay que saberlo. Su destino puede ser el de los otros presos políticos (léase el de la ex-presidenta). Mientras tanto, el gobierno va a seguir atacando y buscando reacción. Quieren que la cosa se salga de control y militarizar Santa Cruz. Hasta el momento, estamos cayendo en su juego; pero los podemos vencer (ya lo hemos hecho). Hay que buscar, eso sí, sorprenderlos; no podemos vivir de emergencia en emergencia. Y ante cada agresión, mantener la calma. No ir de paro en paro, porque sólo dan tiempo y espacio libre para enfrentamientos y porque nos lastiman económicamente, justo lo que ellos quieren. 40 días de paro al año es el 11% de los días; ¿cuántas empresas rinden más del 11% después de costos fijos? ¿Con qué seguridad se puede invertir sabiendo que se tiene que parar uno o más meses al año? (Si el alcalde de Cochabamba no se pronuncia a favor del gobernador cruceño es porque este conflicto le conviene: está aprovechando para llevarse trabajo, empresas y productividad. Naturaleza humana: te importa lo que te conviene. ¿Cómo hacemos para que al resto de Bolivia, o al gobierno, le convenga la paz y el crecimiento de Santa Cruz? No está fácil.)
Sigamos:
5. Destruirlos desde adentro. No hay estrategia más famosa que la del Caballo de Troya. O hay que meter gente o hay que comprarlos. Pero necesitamos informantes e infiltrados, como ellos los tienen en todas partes, casi que en cada familia. Es inaudito que no hayamos sabido de antemano que iban a apresar al Gobernador. El operativo fue muy hermético, y ya es vox populi que hubo gente de su entorno que lo traicionó. Buscar lo mismo entre ellos.
6. Digamos que no pasa nada de lo anterior y sólo queda la salida independentista. Ideal sería ir por la vía democrática del voto. Pero “no nos van a dejar”; quieren someternos e invadirnos (hay un plan de colonización y avasallamientos, que además es otra manera de sembrar zozobra). Este escenario, utópico, sería salomónico e ideal: las dos versiones de país obtienen su pedazo de territorio y la gente decide en cuál vivir. Eso, o Santa Cruz firma una renovación de votos con el Estado boliviano.
Aunque la realidad hoy día es que parece que la guerra ya está declarada. La crisis económica necesita un chivo expiatorio, porque si estalla antes, su misma gente los puede sacar del Palacio Quemado. También está a la vuelta de la esquina el censo y las elecciones, y nos quieren menos, divididos y con los bolsillos rotos. El gobierno no va a retroceder. La lectura desde afuera es que quieren dar un golpe de poder a Santa Cruz y al ala interna que está herida, y que se creen invencibles. Esto es malo por el costo social; bueno porque la soberbia y la juventud llevan a cometer errores crasos. ¿Qué nos queda aquí?
7. Lo que piden los abuelitos en la TV argentina, brasileña y chilena: “el retorno de los militares”. Pero un golpe de estado militar puede ser un remedio peor que la enfermedad. Los que somos sub-40 no conocemos lo que es vivir en una dictadura militar ni “andar con el testamento bajo el brazo”. Nadie menor de 40, si pide militares, sabe realmente lo que está pidiendo.
8. Si los militares y los policías se vuelcan contra el pueblo, sólo nos queda el peor escenario: una guerra civil. Hay gente que se relame por esto aquí, en el Chapare y en El Alto. Pero hay que evitar las balas hasta el último segundo. Los que piden una guerra civil, ¿saben lo que piden? Crisis económica profunda y una inflación que sólo conocemos en libros. Se irían y se morirían empresas y mucha, mucha gente. Probablemente te pase a vos, que estás leyendo esto, si no te vas del país. O a alguien que amás mucho. ¿De verdad queremos agarrar las armas y enfrentarnos al ejército, la policía y todo el armamento del Estado? Las balas no son lo mismo que los gases lacrimógenos y los balines. El costo sería altísimo, pero puede que sea más barato que perderlo todo en el mediano plazo si cedemos al dominio total o si nos silencian. Porque, si nos dejamos, vamos a perder nuestros bienes más preciados: la libertad, el progreso y la seguridad.
Si hay una guerra civil y la perdemos, estamos jodidos. Si la ganamos: ¿nos vamos a declarar independientes? ¿Nos van a reconocer internacionalmente o nos van a sancionar? Se requiere mucho trabajo político y diplomático de fondo. O, sino, ¿vamos a hacer lo mismo que hizo La Paz con Sucre y traernos la capital de Bolivia con la bandera del federalismo? Matamos La Paz si le quitamos la sede de gobierno, creo que nadie en Santa Cruz quiere eso. Igual habría que trabajar mucho para no cometer los mismos pecados, como ha hecho el gobierno actual repitiendo los de sus antecesores, o como lo hizo el gobierno interino el 2020 (short-sighted, porque corto-placistas se queda corto, y porque por su culpa aquí estamos). Parafraseando a Herbert Spencer, que escribió que en su Inglaterra, una vez que llegaron al poder, los liberales eran una nueva clase de conservadores: si tomamos el poder, ¿cómo vamos a evitar cometer los mismos errores?
Sea cual sea el camino, las decisiones del Comité hay que aceptarlas y trabajar unidos. Tengamos en cuenta que son sus cabezas las que siguen, están peleando por sus vidas, no buscan hacernos daño y les urge nuestro apoyo. La moneda nacional dice que “la unión hace la fuerza”.
Y, sea cual sea el camino, hay que ser conscientes del costo. Hay que agotar todas las instancias antes de un enfrentamiento. Antes de burn the bridges, hay que intentar construirlos. Hay que conocerlos, comprenderlos e intentar negociar. Sólo cuando no se pueda, cuando su hambre de poder se haya convertido en insaciable, sólo cuando crucen el Rubicón (el Ichilo), cuando realmente sea inevitable, sólo entonces tenemos que reaccionar. Antes hay que estudiarlos, y leer historia, la nuestra y la política, para saber que se repite. Y que, como en todas las anteriores batallas, Santa Cruz no va a ser doblegada, su destino es ser tierra para soñadores del progreso y la libertad.
Santa Cruz, 1 de enero de 2023.
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