Eclesiastés: No hay nada nuevo bajo el Sol

Contexto Condensado

Escrito en hebreo—קֹהֶלֶת, Qohéleth, “eclesiasta”, “asambleísta” o “congregacionista”—, y conocido a veces como el Libro del Predicador, el Eclesiastés es un libro del Tanaj judío y luego del Antiguo Testamento de la Biblia cristiana. Se cree y se discute que su autor fue el rey Salomón, “hijo de David”, en el siglo 10 antes de Cristo. Para más info sobre este tema, Wikipedia.

A continuación servimos el primer capítulo, una joya sin importar quién lo haya escrito, en la traducción de la Nueva Biblia de las Américas.
Supuesto autor: Rey Salomón (r. 965–928 a.C.)

Libro: Eclesiastés
> Capítulo 1

1 Palabras del Predicador, hijo de David, rey en Jerusalén.

2 «Vanidad de vanidades», dice el Predicador,
«Vanidad de vanidades, todo es vanidad».

3 ¿Qué provecho recibe el hombre de todo el trabajo
Con que se afana bajo el sol?
4 Una generación va y otra generación viene,
Pero la tierra permanece para siempre.
5 El sol sale y el sol se pone,
A su lugar se apresura[1]. De allí vuelve a salir.
6 Soplando[2] hacia el sur,
Y girando hacia el norte,
Girando y girando va el viento;
Y sobre sus giros el viento regresa.
7 Todos los ríos van hacia el mar,
Pero el mar no se llena.
Al lugar donde los ríos fluyen,
Allí vuelven a fluir.
8 Todas las cosas son fatigosas,
El hombre no puede expresarlas.
No se sacia el ojo de ver,
Ni se cansa[3] el oído de oír.
9 Lo que fue, eso será,
Y lo que se hizo, eso se hará;
No hay nada nuevo bajo el sol.
10 ¿Hay algo de que se pueda decir:
«Mira, esto es nuevo»?
Ya existía en los siglos
Que nos precedieron.
11 No hay memoria de las cosas primeras
Ni tampoco de las postreras que sucederán;
No habrá memoria de ellas
Entre los que vendrán después.

Vanidad del saber
12 Yo, el Predicador, he sido rey sobre Israel en Jerusalén. 13 Y apliqué mi corazón a buscar e investigar con sabiduría todo lo que se ha hecho bajo el cielo. Tarea dolorosa[4] dada por Dios a los hijos de los hombres para ser afligidos con ella. 14 He visto todas las obras que se han hecho bajo el sol, y he observado que todo es vanidad y correr tras el viento[5].

15 Lo torcido no puede enderezarse,
Y lo que falta no se puede contar.

16 Yo me dije[6]: «Yo he engrandecido y aumentado en sabiduría más que[7] todos los que estuvieron antes de mí sobre Jerusalén; mi corazón ha contemplado mucha sabiduría y conocimiento». 17 Y apliqué mi corazón a conocer la sabiduría y a conocer la locura y la insensatez. Me di cuenta de que esto también es correr tras el viento.

18 Porque en la mucha sabiduría hay mucha angustia,
Y quien aumenta el conocimiento, aumenta el dolor.


  1. Lit. jadeando. ↩︎

  2. Lit. Yendo. ↩︎

  3. Lit. llena. ↩︎

  4. Lit. malvada. ↩︎

  5. O aflicción de espíritu, y así en el vers. 17. ↩︎

  6. Lit. Yo hablé en mi corazón, diciendo. ↩︎

  7. Lit. sobre. ↩︎


Citado por:

Borges: El tiempo circular
Yo suelo regresar eternamente al Eterno Regreso; en estas líneas procuraré (con el socorro de algunas ilustraciones históricas) definir sus tres modos fundamentales. El tercer modo de interpretar las eternas repeticiones es el menos pavoroso y melodramático, y también el único imaginable.