Charles Darwin: Selección natural en naciones civilizadas
Abundan las razones para creer que la vacuna ha preservado a millares de personas que, a causa de la debilidad de su constitución, hubieran sucumbido a los ataques de viruela. Aprovechando tales medios los miembros débiles de las sociedades civilizadas propagan su especie.
El Origen del Hombre: La Selección Natural y la Sexual, de Charles Darwin, fue publicado por primera vez en febrero de 1871, poco más de 11 años después de su Origen de las Especies, y se convirtió rápidamente en un éxito de ventas que requirió varias reimpresiones y revisiones. Una segunda edición, también muy revisada y reimpresa con nuevas adiciones, fue publicada en 1874; de ésta tomamos el extracto servido a continuación. Como nota especial a este libro, “la palabra evolución aparece, por primera vez en cualquier obra de Darwin, en la página 2 del primer volumen de la primera edición, es decir antes de su aparición en la sexta edición de El Origen de las Especies al año siguiente” [R. B. Freeman, An Introduction to The Descent of Man, 1977].
Capítulo 3 de nuestra serie Sobre la Vacunación. Continuamos con este extracto, no en una serie sobre evolución—o tal vez sí lo hacemos: al final y al cabo, una serie sobre la vacunación habla de la capacidad de adaptación y evolución de una especie. La última palabra del texto que acabamos de leer, “anarquía”, ha sido cuidadosamente seleccionada, curada, para seguir hablando del asunto.
La traducción que leemos fue hecha por un tal A. López White, publicada en 1920, aunque según Alberto Gomis Blanco, “dudamos que existiera este tal A. López White, de lo que no dudamos es que” su traducción sigue, “casi al pie de la letra”, la traducción de Joaquín María Bartrina de 1876 [Los Libros de Darwin, 2010]. Bartrina tenía en ese entonces solo 26 años; murió a los 30 de tuberculosis. 2 años después, Robert Koch anuncia el descubrimiento de la bacteria que causa la tuberculosis, y desde el año 1921 esta enfermedad se puede controlar con una vacuna, y ya no mata una de cada siete personas en el hemisferio norte de cultura occidental. Si López White o si Bartrina—cuyo español antiguo respetamos—, en todo caso, vuelvo a la palabra “anarquía”, presente en la primera edición del texto de Darwin cambiada por “ningún gobierno” en su edición final. Esta aparece en una línea que fue omitida por el traductor—“creando una clase dominante...”—y que me doy la libertad de agregar por amor al rigor, y por amor a este arte. Asumo que la omisión fue hecha porque Darwin repite la frase luego de haberla escrito un par de páginas antes en el mismo capítulo. ¿Habrá querido recalcar que “cualquier forma de gobierno es mejor que ninguna”?
Pero vuelvo al tema que nos atañe, la vacuna: por ahora, todo lo que hay que decir lo dice the one and only Charles Robert Darwin, que repito:
“Abundan las razones para creer que la vacuna ha preservado a millares de personas que, a causa de la debilidad de su constitución, hubieran sucumbido a los ataques de viruela. Aprovechando tales medios los miembros débiles de las sociedades civilizadas propagan su especie… Los socorros que nos inclinamos a dar a los seres enfermizos, son principalmente un resultado accesorio del instinto simpático, adquirido originariamente como formando parte de los instintos sociales, y que sucesivamente ha ido siendo más compasivo y extendiéndose más. Aunque a ello nos obligasen razones irrebatibles, no podríamos reprimir nuestra simpatía sin sentirnos cruelmente heridos en la parte más noble de nuestra naturaleza.”
La vacunación, entonces, dejando fuera los debates morales y sobre las restricciones gubernamentales que atacaremos luego, surgió de la necesidad natural, incrustada en nuestro código, transformada en sentimientos, convertida en acciones, que tenemos que preservar a los de nuestra especie.
Tratado: El Origen del Hombre
> Capítulo 5: Desarrollo de las Facultades Morales e Intelectuales en los Tiempos Primitivos y en los Civilizados
>> Sección: La selección natural en su acción sobre las naciones civilizadas
>>> Extracto
Publicado por primera vez en 1871, extracto tomado de la edición de 1874.
...En el anterior capítulo, y en el principio del presente, he considerado los progresos efectuados por el hombre, á partir de la condición primitiva semi humana, hasta su estado actual en los países en que todavía el hombre se encuentra en estado salvaje. Creo deber añadir aquí algunas observaciones relativas a la acción de la selección natural sobre las naciones civilizadas. Este asunto ha sido muy bien discutido por M. R. Greg, y anteriormente por Wallace y Galton. La mayor parte de mis observaciones están tomadas de estos autores. Entre los salvajes, los individuos de cuerpo ó espíritu débil son eliminados prontamente, y los que sobreviven se distinguen ordinariamente por su vigorosa salud. Los hombres civilizados nos esforzamos para detener la marcha de la eliminación; construimos asilos para los idiotas y los enfermos, legislamos la mendicidad, y desplegan nuestros médicos toda su sagacidad para conservar el mayor tiempo posible la vida de cada individuo. Abundan las razones para creer que la vacuna ha preservado á millares de personas que, á causa de la debilidad de su constitución, hubieran sucumbido á los ataques variolosos [de viruela]. Aprovechando tales medios los miembros débiles de las sociedades civilizadas propagan su especie. Todos los que se han ocupado en la reproducción de los animales domésticos, pueden calcular cuán perjudicial debe ser el último hecho á la raza humana. Sorprende el ver de qué modo la falta de cuidados, ó tan sólo los cuidados mal dirigidos, pueden arrastrar á una rápida degeneración á una raza doméstica; y, exceptuando en los casos relativos al hombre mismo, nadie es bastante ignorante para permitir que se reproduzcan sus animales más defectuosos.
Los socorros que nos inclinamos á dar á los seres enfermizos, son principalmente un resultado accesorio del instinto simpático, adquirido originariamente como formando parte de los instintos sociales, y que sucesivamente ha ido siendo más compasivo y extendiéndose más. Aunque á ello nos obligasen razones perentorias, no podríamos reprimir nuestra simpatía, sin sentirnos acerbamente heridos en la parte más noble de nuestra naturaleza. Indiferente é insensible, practica el médico una operación quirúrgica, pero se muestra así porque sabe que se trata de la salud de un paciente; sólo por una ventaja fortuita no atenderíamos intencionalmente al socorro de los seres raquíticos y enfermizos, pero en cambio nos resultaría de ello un perjuicio moral, positivo y duradero. Por lo tanto, debemos admitir, sin protestar, los efectos malos á todas luces que resultan de la supervivencia y de la propagación de los individuos enfermizos, ya que están atenuados por el hecho de que los miembros demasiado débiles é inferiores de la sociedad se casan menos fácilmente que los sanos, Este freno podría llegar á tener una eficacia real, si los débiles de cuerpo y espíritu se abstuviesen del matrimonio, cosa más de desear que de esperar.
En todos los países civilizados, el hombre acumula su propiedad y la transmite á sus hijos. De ello resulta que no todos los hijos, en un país, parten de un punto mismo, al emprender el camino de la lucha, á cuyo término se encuentra la victoria; pero este mal está compensado por el hecho de que sin la acumulación de los capitales, las artes no progresan, y principalmente por la acción de éstas, las razas civilizadas han extendido y extienden hoy por todas partes su dominio, reemplazando á las razas inferiores. La acumulación moderada de la fortuna no causa ningún retardo á la marcha de la selección natural. Cuando un hombre pobre llega á ser rico, sus hijos se dedican á oficios ó profesiones, en los que no deja de ejercerse la lucha, y tienen más probabilidad de triunfar los individuos más favorecidos bajo el punto de vista del cuerpo ó del espíritu. La existencia de una clase de hombres que no están obligados á ganar su subsistencia con el trabajo material, tiene una importancia inapreciable, porque quedan encargados de todo el trabajo intelectual superior, del que dependen principalmente los progresos materiales de toda clase, á la par que otras ventajas de orden más elevado. Una fortuna considerable tiende, sin duda, á transformar al hombre en un vago inútil, pero su número es siempre reducido, porque á consecuencia de cierto grado de eliminación, vemos cada día á personas ricas insensatas y de una conducta desarreglada que disipan todos sus bienes.
El mayorazgo con sustitución de bienes [derecho que tiene el primogénito de una familia de heredar todos los bienes], es un perjuicio más directo, por más que en otras épocas haya constituido una ventaja, creando una clase dominante, y cualquier gobierno es mejor que la anarquía…
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