Cicerón a Ático: estoy pensando defender a Catilina
Una de las cosas más espectaculares de la historia romana es que podemos leerla escrita por sus propios autores. Catón, Cicerón, Séneca, Julio César, Tácito, Plinio y hasta los diarios de reflexiones de Marco Aurelio. Sus diseñadores y ejecutores nos permiten meternos en su mundo, y construir una especie de serie documental y de thriller político que supera muchas ficciones (y vale decir que inspiró muchas ficciones que vemos hoy).
Marco Tulio Cicerón fue uno de los más grandes de esta rara especie. Sus discursos y su capacidad retórica movieron el timón de la política romana. Apoyó, defendió, censuró y atacó leyes, y le espetó sendas derrotas eleccionarias a Lucio Sergio Catilina, que no supo ver otra solución que conjurar un fallido golpe de estado, que debía empezar con el asesinato de Cicerón—pero éste fue informado. Aquí nacen las Catilinarias, los discursos de Marco Tulio que empezaron con un “¿Hasta cuándo, Catilina, abusarás de nuestra paciencia?”, y terminaron con la muerte del traidor.
Todo esto empezó en el último trimestre del año 63 antes de Cristo. Un par de años antes, Catilina había sido acusado “por Publio Clodio de extorsión” en el tiempo que fue pretor en África en el año 68 a.C. En ese momento, “aunque Cicerón parece convencido de su culpabilidad hay un momento en que se plantea incluso defenderlo”. Las frases le pertenecen a Miguel Rodríguez-Pantoja Márquez, traductor de las Cartas de Cicerón a Tito Pomponio Ático, su editor. Ático, como muchos grandes amigos, se dignó en publicar las cartas de Cicerón para que la posteridad pueda tener este pantallazo de las internas romanas y de Cicerón. Así que no usemos intermediarios: veamos, en sus propias palabras, por qué motivo quiso defender al hombre que pocos años después intentó matarlo.
Al final, Marco Tulio Cicerón no pudo escapar su destino, y murió condenado por una conjura política.
Autor: Cicerón
Cartas: Cartas a Ático (Siglo 1 a.C.)
Roma, julio del 65 a.C.
Cicerón saluda a Ático.
Has de saber que, bajo el consulado de Lucio Julio César y Gayo Marcio Fígulo, he sido padre de un hijo.[1] Terencia está bien.
¡Cuánto tiempo sin ninguna carta tuya! Yo te he escrito con detalle hace poco sobre mis planes. En estos momentos estoy pensando defender a Catilina, mi competidor. Tenemos los jueces que deseamos, con el total consentimiento del acusador. Espero que si sale absuelto se acercará más a nosotros en el asunto de mi candidatura. Y si la cosa resulta de otra manera, nos lo tomaremos con resignación.
Necesito que vengas pronto, pues la opinión mayoritaria de la gente es que tus amigos los notables serán contrarios a mi elección. Veo que me puedes prestar la máxima ayuda para atraerme a sus favores. Por tanto procura estar en Roma a principios de enero como tienes planeado.
Nota del Traductor: Es su único hijo varón. Llegó a ser colega de Octaviano durante el consulado del año 30 y después gobernador en Asia. ↩︎
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